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Gijón, laboratorio político de la FSA

La victoria de Barbón pone sobre la mesa de nuevo la posibilidad de un pacto de la izquierda gijonesa

Un pacto es cuestión de dos por lo menos. Pero cierto es que el esfuerzo, las ganas, el deseo, no necesariamente tienen que ser al cincuenta por ciento entre aquellos que pactan. Y principalmente, tiene que haber ganas. Y muchas ganas no hubo de pactar en Gijón, una ciudad gobernada desde la llegada de la democracia por el Partido Socialista con acuerdos, en la mayoría de los mandatos, con Izquierda Unida. Gobiernos municipales que convirtieron la ciudad en lo que es hoy, perdón, en lo que era hasta 20111. Es decir, se supone que dentro de la Federación Socialista de Gijón había una cultura del pacto. Sin embargo cuando en las últimas elecciones municipales, en mayo del 2015, era, no necesario sino imprescindible el pacto para desalojar del Gobierno municipal a Foro, esa cultura no supo reflejarse en ningún acuerdo de gobierno, y contra todo pronóstico, continuó lCarmen Moriyón como alcaldesa de Gijón.

Sin entrar en un análisis del hecho concreto, que no viene al caso, lo cierto es que en los últimos tiempos el Partido Socialista perdía espacio político, por la derecha hacia Ciudadanos, por la izquierda, en mayor medida, hacia Podemos, (con razón se dice que Podemos está formado por los hijos de los militantes socialistas). La sangría de votos no cesaba, situación que llegó a su clímax el 1 de octubre de 2016 cuando el partido se quebró, con dos líneas nítidas: los partidarios de la gran alianza derecha- izquierda siguiendo el ejemplo alemán, o una alianza con partidos de izquierda al modo de Portugal. Triunfó la línea de apoyo a una gran coalición de los partidos mayoritarios, obviando la ideología, y el PSOE hizo posible el segundo gobierno de Mariano Rajoy. Pero algo se rompió en el Partido Socialista, y la segunda línea representada por el depuesto secretario general Pedro Sánchez, sin organizar, inconexa, fue tomando forma y recogiendo el sentir de una mayoría de las bases, alzándose otra vez Sáncchez con la secretaría general contra todo pronóstico y contra todo el aparato del partido el 21 de mayo de este año. La elección el pasado domingo 17 de septiembre de Adrián Barbón como nuevo secretario de la Federación Socialista Asturiana no significa sino continuar con la línea abierta el pasado 21 de mayo del 2016: la línea de reafirmación del PSOE como un partido que quiere volver a liderar la izquierda de este país mirando hacia el resto de partidos de izquierda.

Y me pregunto, ¿será esto posible? Y me hago otra pregunta a más corto plazo: ¿se notará esa nueva línea en cambios por ejemplo a nivel de pactos en el Ayuntamiento de Gijón? ¿O tendremos que esperar a las siguientes elecciones municipales? Porque pienso yo que el caudal de entusiasmo del descontento que aupó a Sánchez por segunda vez a la secretaría general y que este pasado domingo hizo a Adrián Barbón el nuevo secretario general de la Agrupación Socialista Asturiana, ¿no necesitará algún signo de cambio real en la política del país para seguir creyendo en él? ¿Y no podría ser nuestra ciudad un buen laboratorio para ensayarlo? Muchos ciudadanos lo agradecerían, por lo menos los más de 76.000 votantes de PSOE, Podemos e IU, creo yo; porque sabemos que el entusiasmo es un viento fuerte que remueve cimientos, pero los hechos, los cambios reales aunque sean pequeños son los que das solidez, los que siembran de realidad ese entusiasmo.

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