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Tormenta de ideas

Los gestos también hablan

No, no voy a escribir exclusivamente sobre lo que de verdad me pide el corazón, el cerebro, toda mi alma, porque supongo que todos estaremos hablando sobre lo mismo y ahora, en este instante, mientras estoy escribiendo, oigo de fondo los gritos de los damnificados por el terremoto de México, la lucha por la supervivencia, por rescatar a quienes ya en este momento solo quieren velar a sus seres queridos, porque tendría que ser un milagro aguantar tanto tiempo bajo lo que queda de un edificio o una escuela? ¡Dios mío, esos niños! Y qué quieren, todo lo demás en este momento importa un carajo. Ese puño que algunos levantan para protestar, con ira y con furia en nuestra tierra, esa que están deseando desgajar, arrancarnos de cuajo... Ese puño sirve, sin embargo, al otro lado del océano para hacer callar a los cientos de voluntarios que están rescatando bajo los escombros, para que se haga un total silencio y puedan escuchar a los niños que pedían ayuda, a cualquier ser humano que gritara con el hilo de vida que le quedaba sepultados bajo los escombros. Un puño que habla de esperanza, de fe, de lucha por la vida, no de rebelión, ni de ira, ni de rabia. Y luego abren la mano, con la palma abierta, para decir que al fin han oído a alguien y todos a una, casi sin hablarse, se ponen a hacer una maravillosa cadena humana de salvación y siguen con las tareas de desescombro, hasta que aparece el milagro de la vida que está por encima a veces de todo lo que nos imaginamos. Por eso, y a pesar de que todo mi cuerpo me está pidiendo escribir sobre lo que me está revolviendo las tripas hasta un punto inimaginable, hoy mi mente y mis oraciones están con ellos. Con todos los mexicanos, porque significa que todavía existe la solidaridad, que hay miles de voluntarios que arriesgan su vida para salvar la de otros, que se sienten unidos ante la tragedia, y mi corazón está con ellos, ahora que en la madre patria es la desunión la que nos parte el alma a muchos que amamos, que queremos nuestra tierra tal y como la conocemos desde hace muchos siglos. Ya ven, los gestos a veces son muy significativos: mientras que allá un puño cerrado habla de vida, aquí representa el odio de aquellos que siguen la dictadura del proletariado, utilizando a niños para manifestarse, agrediendo e insultando, haciendo callar por miedo a todos los catalanes que quieren seguir siendo españoles. Y es que ya lo dijo Gandhi: "con el puño cerrado no se puede intercambiar un apretón de manos". Lo han dejado claro.

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