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Banderas blancas, IBI fallido y la escuela Atalía

Un tiempo nuevo que clama por el diálogo como herramienta para resolver los conflictos

Gijón se tiñó días atrás de blanco para pedir, para exigir, diálogo. No banderas, no posiciones encontradas: diálogo. Esa posición silente que muchos ciudadanos manteníamos no sin cierto desánimo porque pensábamos que no tenía cabida ya; que las posiciones de unos y de otros estaban demasiado enfrentadas y que solo podías tomar partido por una de ellas. Esa posición silente, digo, la hemos visto representada en las banderas blancas. Así, hemos contemplado con alegría, con esperanza, las banderas blancas en la plaza Mayor. Y he visto además los globos blancos, las vestimentas blancas como un signo de madurez ciudadana, de independencia de criterio, de solidez democrática, aunque sigan siendo las banderas rojigualdas o esteladas las que acaparen los telediarios y quizás también las calles. Las banderas blancas, es decir la ausencia de banderas que sirvan de muro entre las gentes es un signo de convivencia, de no odio, de paz, de diálogo.

Es lo que yo quiero, es lo que yo deseo, es lo que yo creo que muchos ciudadanos deseamos para ir caminando hacia una sociedad un poco mejor, y ya que al final el no apoyo del PSOE impidió aprobar una subida del gravamen fiscal a los inmuebles con mayor valor catastral, (preparaba unas líneas sobre este tema que se quedaron en preparación, porque ya no tiene demasiado sentido escribir sobre ello), sí quiero incluir en este artículo de loa a las banderas blancas lo que para mí son, sin duda, también banderas blancas: la distribución de la riqueza a través de los impuestos. Siempre he estado y sigo estando a favor de que no contribuyan igual los ciudadanos ni en impuestos ni en tasas públicas. Allá lejos quedan aquellas cuotas escalonadas de la Escuela Infantil Atalía, que en los años ochenta elaboramos de manera experimental y pionera, y que cobraban más o menos, según como se mire, a las familias con diferentes ingresos, pequeño laboratorio, pero muy querido para mí, en el que no solo en el intento de ser un poco más justo a la hora de pagar por un servicio municipal sino en otras muchas cosas, tuvimos la oportunidad de poner en práctica nuestras ideas de sociedad y convivencia, de educación, de igualdad, en definitiva, de banderas blancas, de paz, de justicia, de igualdad y de concordia. De diálogo.

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