En la entrevista a Adam Zagajewski, premio "Princesa" de las Letras, que publicaba este miércoles LA NUEVA ESPAÑA, el poeta polaco de origen ucraniano unía a la perfección en una metáfora dos temas de extrema actualidad, como son por una parte los emergentes casos de nacionalismo que están aflorando por toda la Unión Europea y que en España han encontrado en el independentismo catalán su más disparatada expresión; y por otro lado, los devastadores incendios forestales que tanto en Asturias como en la vecina Galicia hemos sufrido a principios de esta semana. Incendios causados por pirómanos y que han dejado tras de sí miles de hectáreas calcinadas en ambas comunidades, amén de cuatro personas fallecidas en Galicia.
Zagajewski ha afirmado así estar en contra del nacionalismo, por asemejarse éste a un incendio forestal que pudiera llegar a descontrolarse. Palabras sabias de un maestro de la poesía, que llegan en un momento nunca más oportuno que éste, cuando la política española parece un poema, con el pulso abierto entre las fuerzas constitucionalistas -con el Gobierno a la cabeza (aunque en ocasiones dé la sensación de preferir esconderla) y los independentistas.
A estas alturas del incendio que el independentismo está extendiendo no sólo por Cataluña, sino como es lógico por toda España, no existe nadie en este país que pueda poner en discusión que de aquellos rastrojos vienen estas llamas. Tras décadas y décadas descuidando el terreno, sólo era necesario que cuatro pirómanos del nacionalismo se pusieran de acuerdo para arrastrar tras de sí, antorcha en mano, a cientos de miles de personas fascinadas por ese embrujo que provoca siempre el fuego. Un embrujo que se esfumará no obstante cuando acaben por darse cuenta de que quienes se están quemando son ellos mismos.
En ese sentido, también esta semana el cantautor Joaquín Sabina (quién sabe si algún día galardonado como Zagajewski con el "Princesa" de las Letras, cual Dylan con el Nobel), lo ha resumido a la perfección en una sola frase: "No es Cataluña contra España: es Cataluña contra Cataluña".
Pero como resulta del todo improbable que un pirómano del nacionalismo opte voluntariamente por cesar en su actividad destructora, no queda sino poner sobre el terreno todos los medios para aplacar con la máxima celeridad ese fuego y no cejar en el empeño, hasta que no exista posibilidad alguna de que una sola llama pudiera volver a reavivarse en muchos años. Tan fácil como dar la orden; si bien para algunos se antoje tan difícil. Y lo que siempre digo en estos casos: ayer mejor que mañana.
