La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Inteligencia artificial: ¿apocalípticos o integrados?

Hace algunas décadas, el semiólogo Umberto Eco escribió un ensayo sobre lo que entonces era la pugna entre los que consideraban que los entonces novedosos medios audiovisuales podrían suponer el final de la galaxia de Gutemberg de papel. De nuevo algunos iluminados vuelven al debate con el mito de la inteligencia artificial de la revolución digital que se está imponiendo a velocidad en todos los ámbitos de la vida actual desde el periodismo, la educación, la sanidad, la economía ... El mundo de lo digital parece imparable, y para algunos aún no se vislumbran todas sus posibilidades, inimaginables ahora. Según algunos empresarios, los empleos del futuro serán digitales.

Esto provoca que algunos sostengan que millones de empleos se perderán para los humanos y los realizarán inteligentes robots, con lo que el mercado laboral se reducirá cada vez más; frente a estos apocalípticos están lo integrados que afirman que con la tecnología digital gracias a la inteligencia artificial se producirán muchos empleos, porque los robots son más inteligentes y rápidos que los humanos. Pero tal afirmación esconde una profunda falacia y un sofisma que se repite de forma sospechosa en revistas presuntamente especializadas en mundos futuros con ciudades llenas de robots trabajando en todo, sin humanos, lo que Hollywood aprovecha continuamente para dar visiones tremendistas y catastrofistas del futuro. Sin la inteligencia natural de hombre con su capacidad de razonamiento abstracto y con su libertad, por los que es creado a imagen y semejanza de Dios, la inteligencia artificial de las máquinas no existiría y sería solo posible en la ficción. Los ordenadores, incluso los cuánticos, por mucha capacidad memorística y rapidez para solucionar problemas serían un montón de chatarra puesto que necesitan ser programados por los humanos, que son los inteligentes no las máquinas. Los famosos algoritmos no piensan, sólo piensan las personas que los formulan. Por mucho que nos vendan no hay ninguna posibilidad científica de que las máquinas puedan llegar a pensar, razonar y deducir de premisas conclusiones lógicas, como no lo pueden llevar a cabo los animales que son más perfectos que las máquinas. Hay más inteligencia en una diminuta hormiga que en una superordenador: la hormiga la crea Dios, el ordenador lo fabrica el hombre. La llamada inteligencia artificial sin embargo es un peligro en manos de asesinos, dictadores corruptos, genocidas nucleares y aprendices de brujos.

Compartir el artículo

stats