La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Comerciantes unidos

La necesidad de un comercio sólido y bien implantado en la villa y su concejo

Uno, que entre otras cosas es hijo del pequeño comercio, siente especial curiosidad por los aconteceres que afectan a este sector económico en general y, en especial, a lo que afecta a los valientes que levantan sus persianas en esta nuestra populosa villa marinera. El otro día, los de la asociación que los agrupa, eligieron nuevo presidente en la persona de Germán Heredia Álvarez, peluquero, hijo del rey mago Gaspar, médico de pro, y sobrino del mítico locutor local Casimiro Álvarez, entre otras relaciones familiares, de la que no es dato baladí, la considerable cantidad de hermanos de los que goza, uno de ellos, antiguo compañero del supraescrito en el colegio de primaria cuando todos éramos muy niños. Quiero ello decir que, a nuevo presidente, nueva etapa en la ya veterana entidad gijonesa que se ha ganado un importante puesto en la vida económica y social de la villa. Son muchos los servicios ofertados y prestados a sus socios, como abundantes son las campañas y actividades realizadas a lo largo de los años. Cabe desear suerte y aciertos al nuevo titular de la modernamente denominada Unión de Comerciantes de Asturias.

Por este tiempo, por cierto, solemos escuchar las quejas de los comerciantes de todo el año por la cantidad de tenderetes organizados que se montan en nuestras calles o plazas. Los mercadillos navideños: ese castigo con que el glorioso ayuntamiento local condena a los sufridos titulares de establecimientos, merced a su mano laxa al autorizar su instalación. Cierto que todo el mundo tiene derecho a ganarse el pan, pero no lo es menos el oportunismo que demuestran. Por haberlo conocido desde muy pequeño, conozco de los agobios para pagar a tiempo los vencimientos de todo tipo, a los proveedores, a los suministradores de servicios, a la Administración Tributaria, a la Tesorería de la Seguridad Social, al Principado, al Ayuntamiento, de tal forma que lo que desde fuera pueden parecer cajas rebosantes de dinero y buenas ganancias, se convierten en modestos emolumentos mensuales. Y así durante los doce meses del año. Con la reciente crisis económica hemos visto cómo echaban el cierre multitud de comercios, incapaces de resistir al embate de la escasez de ventas, pero no hemos visto que dejaran de proliferar los mercadillos tanto navideños como en verano.

Se lleva mucho la buena convivencia institucional y que una entidad gremial, como pueda ser la Unión de Comerciantes, lleve una relación educada y hasta cordial y de colaboración como pueda ser el Ayuntamiento, pero ello no debe impedir la mayor de las firmezas en los intereses de los asociados. Sin caer, de un lado, en la justificación de un liberalismo extremo ni, por el otro, el deseo de un ordenamiento asfixiante, hemos de concluir que el comercio local precisa en este momento concreto de un mayor impulso y cuidado por parte de la institución local. Es hora de revisar las diversas exacciones, así como los precios públicos de los diferentes servicios municipales, con las que vienen gravadas las actividades comerciales en el concejo. Es deber de la Unión reclamarlo firmemente y del consistorio atender dichas justas peticiones, porque no hay nada más triste que una ciudad con un comercio decadente y para nuestro pueblo queremos uno bien pujante.

Compartir el artículo

stats