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Demasiadas cosas

La Navidad se acerca y con ella los preparativos de unas celebraciones eminentemente familiares

Estos días ando una un poco desorientada. De repente todo sucede de golpe y si quieres organizarte tienes que empezar por algún sitio, pero son tantos frentes abiertos que no sabes por dónde.

Llevamos desde el verano ocupados con las historias del Puchi, Junqueras, los dos Jordis, la Colau y sus "compis" que no piensas en nada más. Y no lo haces a propósito pues a mí es un tema que me asquea y siempre me pone de mal humor pero no puedes abrir un periódico ni encender la televisión o la radio sin oír las últimas novedades de esos incómodos personajes, entonces cierras el periódico, apagas la tele y ya no te enteras de nada más.

Hoy me he puesto a tiro de la realidad y me entero de lo que está pasando en otros ámbitos. El juicio contra los vándalos andaluces que violaron a esa pobre chica en los Sanfermines. Me paro un poco por el dolor que me produce esa jovencita que primero pasa por un horrible trance que nunca olvidará y ahora por el juicio, en donde se verá cuestionada y sufrirá doblemente. Estoy contigo desde el fondo de mi corazón y no voy a referirme a "la manada" porque no conozco epítetos suficientes.

Luego me entero que estamos casi en el Black Friday y que hay que comprar ahora porque las ofertas llenarán todas las tiendas. Como siempre, intentamos copiar de Estados Unidos pero la realidad no se parece ni de lejos. Allí ese día de compras a lo bestia; es el día después de Acción de Gracias que es cuando realmente todas las familias se reúnen. Las rebajas son realmente excepcionales porque se inventaron para conseguir que las compras aumentasen y cambiaran los números rojos en un momento en que las ventas habían caído mucho. Las familias corren a comprar y consiguen grandes chollos y las tiendas se libran de elementos que llevaban años en las estanterías.

En España lo llamamos igual y hacemos propaganda como si fuese lo mismo, pero consiste en que se rebajan un número bastante reducido de cosas, eso sí anunciado a bombo y platillo, y todo los demás sigue al mismo precio. Si te hace falta algo de lo que se reduce de verdad y llegas a tiempo de comprarlo, enhorabuena; pero si no es el caso, te sirve para poco y estarás histérica buscando por Internet y por las tiendas y acabarás loca y agotada.

Dejo de lado lo del Black Friday y me cae como un mazazo la Navidad. Ya está aquí. Los escaparates, adornados; las luces, preparadas. Los villancicos y canciones navideñas a punto. Y yo en Babia. Horror, terror y pavor, con la cantidad de cosas que tengo que hacer. Decidir lo que voy a preparar para comidas y cenas, mirar precios, primero tiras para el besugo pero acabas en la merluza y gracias. Adornos, Dios mío dónde los puse el año pasado? horas de búsqueda, finalmente localizados. ¿Cuántos vamos a ser?, llamadas, e-mails. Todo el mundo se queja de que son tantos; yo, no y este año tengo mucho dolor porque una de mis hermanas y su familia, que siempre vienen a Gijón, este año no lo hacen. Mi hijo se va a pasar todas las Navidades con sus hijos en Ohio, ese es un dolor que siempre me hiere. Eso es lo que tiene la globalización y nuestros hijos conociendo y casándose con personas de otros países, que si todo sale bien pues vale, pero si se acaba, resulta que tienes a tus nietos en Santa María la más lejos y tu hijo va con ellos en cuanto puede. Ya les digo yo a mis nietos, "cuando os caséis, con una de Olloniego como más lejos".

Todo el mundo se queja de las Navidades, que qué horror, tanto trabajo, tanto gasto, tanta comilona, tanto que discurrir para encontrar el regalo adecuado que casi nunca encuentras. Pero en el fondo, las Navidades son entrañables, sobre todo para los niños, que las recordarán toda su vida con cariño y nostalgia, y viéndolos con esas caritas iluminadas por las luces del árbol y por las figuritas del Nacimiento al que ellos ayudaron a colocar. Esas risas, esos ojos abiertos como platos a los sueños hechos realidad, te compensa todo lo demás.

En esta época sólo intento no pensar en el resto del mundo, en esa gente que lo pasa mal. Rezo por ellos, sufro siempre con ellos, pero ahora no. Ahora sólo quiero pensar en los míos e intentar hacerlos felices. Insistir en que los niños den las gracias de ser tan afortunados y que compartan todo lo que tienen y sobre todo su tiempo, pero que sean felices en la Navidad.

Se me habían olvidado las malditas elecciones catalanas. Voy a intentar pasar por ellas de puntillas. Que con su pan se lo guisen y se lo coman y no nos den la lata. Disfrutemos de Asturias, nuestro paraíso y nuestra Navidad, llena de amor y amistad.

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