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Por libre

Pequeño homenaje a un gran maestro

José Antonio Roncero, un gran pedagogo del deporte para los que fuimos alumnos suyos en el Corazón de María

Como alumno que fui del Corazón de María, y perteneciente a esa generación que creció en los albores de la democracia en este país, tuve la fortuna de ser uno de los incontables alumnos de José Antonio Roncero, ilustre profesor de educación física durante décadas en el colegio de los claretianos.

Más allá de esta faceta como educador de miles de niños, el excelso currículum deportivo de Roncero es de sobra conocido dentro y fuera de Gijón y de Asturias, por cualquier persona relacionada con el mundo del deporte, especialmente con el balonmano. Por este motivo no me detendré a enumerar y recordar de nuevo aquí todos sus méritos, pues para empezar, todo el espacio que pudiera disponer en estas líneas a tal fin se quedaría corto.

Sí que me gustaría compartir con ustedes el recuerdo que en lo particular, guardo para mí aún de Roncero, tras haber dejado atrás mi época colegial hace ya más de 25 años. A pesar del tiempo transcurrido, cierro los ojos y todavía puedo escuchar aquella voz, con su timbre inconfundible y poderoso, como lo era también su propia figura.

Dentro de lo anecdóticamente personal, fue una de las pocas personas que para dirigirse a mí, utilizaba mi apellido; aunque para ello lo hacía poniendo el acento en la última vocal del mismo. Y como se me daba relativamente bien lo de correr y dar brincos, llegó a proponerme en su día irme a entrenar al Grupo. Un ofrecimiento que agradecí pero que rechacé, pues yo era por encima de todo futbolero; si bien muy limitado técnicamente, todo sea dicho.

Pero por encima de todo, cuando pienso en Roncero, la imagen que me viene a la cabeza es la de un gran maestro, con todas sus letras en mayúsculas. Un hombre que nos trataba como tales a unos vulgares mocosos, ignorantes todos en aquel momento del privilegio que estábamos disfrutando al tenerle como nuestro profesor.

Durante aquellas clases de gimnasia, no sólo recibíamos educación física, sino que Roncero nos instruía con su propio ejemplo en los valores más importantes en los que cualquier niño debería siempre formarse: responsabilidad, honestidad, compañerismo, esfuerzo, respeto? Ahora lo pienso, y por supuesto salvando el lenguaje empleado, creo que Roncero fue como un entrañable "sargento de hierro" para todos aquellos que luego ya no tuvimos necesidad de hacer la mili.

Es por todo esto y mucho más por lo que sé que hablo en nombre de muchos de sus alumnos, si les confieso a ustedes la enorme alegría que siento por el acuerdo tomado la pasada semana por el Ayuntamiento de nuestra hermosa villa marinera, para darle el nombre de José Antonio Roncero al pequeño jardín que se encuentra ubicado en las inmediaciones de la puerta principal del que fuera su querido colegio. Cierto es que Roncero bien pudiera haber merecido como homenaje a su memoria una gran calle o toda una avenida. Pero con la humildad de la que en vida hizo gala, seguro que con ese jardincillo se encuentra mucho más feliz y a gusto.

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