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Centenario

Memoria de la huelga general revolucionaria de 1917 y el papel de Melquíades Álvarez en ella

¡Caballero, que coñac! o Fundador, o Felipe II o Tres Cepas, porque lo de Carlos I ya queda lejos.

Estamos pasando en Gijón, como los pobres, que los ricos lo pasan por el mundo mundial, un "centenario" asombroso: el de la "Gran Huelga del 17" y su posterior campaña de elección local convocada por el gobierno para dar salida a la situación. Abrir las compuertas del pantano político para que no "cedan" los cementos.

Pero el caso es que centenario de la "Gran Huelga" está ahí, sin que nadie se haya ocupado en representarla bajo el reló de la rula. Gijón vivió a tope la gran huelga con sus terribles consecuencias, porque aquí, en Gijón y Asturias toda, tuvimos como gran impulsor del histórico parón a Melquíades Álvarez Fernández, el playu nietu de Falo Areces.

En plena resaca de la huelga, por carta hecha pública por un fiel correligionario, impulsado por la patronal del carbón que perdía millones por el paro, fue "conducido" don Melquíades, no su abuelo, "entre guardias civiles" a Oviedo, a presencia del general Burguete, quien le "intimó" a desautorizar la huelga. Como ahora mismo podría volver ocurrir, porque este "Centenario", ¡caballero qué coñac!, si merecería los "horrores" de una recreación, aunque en realidad lo estamos reviviendo cerca de aquí.

La cosa llegó a su final. La patronal seleccionó a los "mejores" huelguistas, como ya había hecho, por ejemplo, en 1901, para limpiar las fábricas y talleres de "elementos" peligrosos, como luego volvió a ocurrir a gran escala?, hasta el punto que no solo se llenó la lista negra de paro, sino que también se llenaron de elementos seleccionados cunetas y cementerios. En Gijón, la selección se celebraba tipo oposición EMA, con juicios tipo "test", en el salón del Viejo Instituto, donde creo que no existe la gran placa que recuerde aquel "procés" selectivo.

Y llegó la campaña electoral de los comicios locales, dispuestos por el Gobierno de turno, para evitar que las aguas se desbordaran. Y con la campaña, la formación de una Gran Alianza de Izquierda, -¡caballero, que coñac!-, con todo el reformismo de Melquíades, parte del republicanismo de los Buyllas, y todo, todo, el socialismo de Pablo Iglesias Posse.

Y en la campaña, que comenzó en noviembre y se votó el domingo 11, se dijeron cosas actuales muy, pero que muy vivas. Don Melquíades fue un martillo pilón, en Oviedo y en Gijón. En Oviedo, teatro Campoamor lleno a rebosar, en cada silla dos: "Antes Madrid era la norma de la vida política española, y hoy la norma es la fuerza centrífuga de las provincias, donde reside la vitalidad política del país?"

"Madrid, sin agravios para la Corte, es un pueblo corrupto, es como Versalles en tiempos de la Revolución, corte fastuosa, con partidos convencionales, y un pueblo de placeres y frivolidad, mientras que en provincias todo es vitalidad y entusiasmo?"

"Un régimen de 40 años, -¡oh, Historia, como te repites!- caracterizado por la corruptela de los gobernantes, por el olvido de los intereses populares; por la degradación de las oligarquías para afirmar su dominio, han apelado a todos los procedimientos desde la amenaza al soborno, desde la lisonja a la persecución y, además, ha infringido la Constitución y las leyes, corrompiendo el sufragio, falseando la vida representativa y de gradando los tribunales de Justicia, convirtiéndolos en esclavos de la arbitrariedad ministerial?".

"Derechas, -dijo el hijo de Cimavilla en el Campoamor de Oviedo, así consta en crónica de la revista "Asturias", La Habana 16 de diciembre 1917-, gobernaré para hundir vuestra obra, para aniquilaros por completo. Ha sonado la hora final de vuestra actuación en la vida política"?

Y en otro momento, explanó aquellos conceptos y el camino: "Porque ha de llegar un día en que haya Parlamento, y en que el Parlamento funcione. Porque ha de llegar un día en que desde la tribuna parlamentaria se discuta todo lo que ha ocurrido en España desde el 1º de junio (¿qué tendrán los primeros?). Porque ha de llegar un día en que las Cortes han de discutir lo que la prensa no puede. Porque ha de llegar un día en que caigan las mordazas y desaparezcan los tapujos y se restablezca el imperio de las leyes. Porque ha de llegar un día en esta pobre España, en que sobre el imperio del derecho no ha de prevalecer nada ni nadie".

Señoras, señores, esto se dijo en España, en Asturias, cuna de la reconquista, hace justamente cien años. Hoy no tenemos un Melquíades que trine. Pero seguimos sufriendo las malas artes políticas y sociales que él combatió. ¡Viva aquel don Melquíades!.

Fue hace cien años, ¡caballero qué coñac!, y parece que estamos hablando del horrible hoy?

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