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Hábitos insostenibles

El futuro del transporte público y colectivo pasa por dotarlo de ventajas de las que aún no dispone

Han pasado ya tres décadas desde que por primera vez se usase el concepto Desarrollo Sostenible, definiéndose como aquel "que satisface las necesidades de la generación presente, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades" (Informe de la Comisión de Brundtland, 1987).

Partiendo del hecho innegable de que el desarrollo de cualquier nación, región, ciudad o humilde municipio, se sustenta en buena medida en las infraestructuras que el gobierno de turno pone a disposición de la población, no es de extrañar que el 'apellido' Sostenible se haya también asociado a tales infraestructuras.

Y para que éstas puedan ser así consideradas, paralelamente a cuestiones medioambientales, han de cumplir con otro aspecto de vital importancia: ofrecer las mejores redes de transporte público posibles. Y por supuesto como cualquier infraestructura, no basta con cortar la cinta y luego olvidarse, sino que es necesario responsabilizarse de su posterior mantenimiento y que éste sea a su vez económica y socialmente sostenible.

A la luz del titular en LA NUEVA ESPAÑA del pasado domingo 10 de diciembre, donde se reflejaba que prácticamente siete de cada diez viajes que se realizan dentro de nuestra región con destino a Oviedo se llevan a cabo en coche, cabe preguntarse qué es lo que falla en este Paraíso Natural para que estemos tan lejos de ser lo que podría considerarse una sociedad que apuesta por el desarrollo sostenible. ¿Es acaso culpa de unas infraestructuras insostenibles o somos las personas quienes con nuestros hábitos las hacemos insostenibles?

Mientras seguimos soñando con un AVE que nos lleve volando a la capital del Reino, para ir a nuestra más cercana capital la mayoría de los asturianos tiramos del vehículo particular y lo hacemos casi siempre a razón de un individuo, un coche. A ver si luego va a resultar que ese ansiado AVE en cuatro días se queda sin plumas por pura insostenibilidad económica.

Cierto es que son más que evidentes las serias deficiencias en materia de infraestructuras que presenta Asturias, si nos referimos en concreto a las comunicaciones terrestres. No ya sólo de cara al exterior, sino dentro de su propio territorio. Existen zonas en Asturias desde las que para llegar al campus de Gijón o al HUCA en Oviedo, uno casi que se ve abocado a recurrir a una guía tipo Lonely Planet.

Pero por otra parte, no podemos negar esa comodidad que muchos sentimos en por ejemplo poder decidir el momento preciso en el que salir de casa, sin tener que atenernos a horarios ni otras incomodidades del transporte, sea público o privado. El futuro del trasporte colectivo pasa pues por conseguir ofrecer y transmitir ventajas, que superen con creces esas molestias y la pereza que a veces nos da el recurrir a él.

¿Se imaginan ustedes el aspecto de las carreteras asturianas (la autopista "Y" la primera) con la mitad de tráfico, si todos hiciésemos un mejor uso de nuestras infraestructuras? Ni qué decir de la reducción que ello supondría en la contaminación. Porque no vale con echarle luego la culpa de todos los males a Arcelor-Mittal y al resto de industrias. Quizás haya llegado el momento de que cada cual analice también sus hábitos insostenibles. Porque todo suma y todo resta.

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