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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Éxitos de gestión y un gran dolor

La vida nos coloca en ocasiones ante realidades controvertidas que se superponen

Será por la coyuntura, como hace décadas estaba de moda decir, será por el duro trabajo del equipo directivo que preside Laureano Lourido, el caso es que el puerto de esta populosa villa marinera movió el último año 21,7 millones de toneladas de mercancías, lo cual significa que estamos ante una cifra que representa su máximo histórico de tráficos anuales; pero no es solamente esto: la cifra de negocio también batió otro récord pues superó los 47,6 millones de euros, sin tener en cuenta las ventas de activos portuarios efectuadas en 2017. Y todo esto, en unos tiempos de agitación en lo económico. Estos números hablan de una innegable recuperación económica que, lamentablemente, aún no se es notada por una mayoría de la población, pero que, de seguir en esta línea, acabará por percibirse. Hay momentos, desgraciadamente frecuentes, en los que la gestión de los responsables de la cosa pública, merecen la crítica más severa y la reprobación. En este caso portuario gijonés cabe felicitar al presidente de la Autoridad Portuaria de Gijón, Laureano Lourido, y al resto de directivos y trabajadores y manifestar sin ambages que la cosa portuaria, a pesar de la poca ayuda del ente Puertos del Estado, está en buenas manos.

Supimos esta semana de la próxima jubilación como director de la Feria de Muestras de Asturias de Álvaro Muñiz, una persona a la que adornan innumerables virtudes y cuya gestión al frente de tan importante institución, que no es sólo la muestra de la principal quincena de cada agosto, sino muchos otros eventos, gestión del palacio de congresos incluida, que hacen del recinto ferial un trascendental eje de promoción comercial. Su prudencia y mesura, no exentas de ímpetu en la gestión, le hacen un interlocutor con quien siempre es agradable tratar. Siempre, aún zarandeado en algún mal trago que hubo de soportar, Álvaro Muñiz supo mantener el respeto por la institución y mantener su timón con firmeza y lealtad.

El dolor es que se nos fue Julio Puente. Y sería una injusticia no dedicarle nuestro recuerdo a quien con tanta sabiduría periodística y humana supo aconsejar, conducir los pasos de tantos periodistas a lo largo de un ejercicio magistral del oficio periodístico. Cada uno siente las pérdidas de diferente manera. La desaparición de Puente, para la que últimamente ya estábamos preparados, no deja de producir un vacío importante y la sensación, en este caso, de que se cierra una importante etapa del periodismo asturiano. Fueron tantos los medios donde ejerció su magisterio que deja una gloriosa estela de amigos y compañeros de antes y de ahora. Llegó un momento, era inevitable, en el que su valía profesional le llevó a la dirección de más de un periódico, el último este mismo. Eso bastaría personalmente para hacerlo inolvidable, como es el caso. Y para agradecerle su extremo cuidado y atención a la hora de aconsejar sobre cualquiera de los asuntos que, de vez en cuando, se podían convertir en un obstáculo en el camino. Por lo tanto, en este momento de su muerte, el principal sentimiento es el de un profundo agradecimiento. Descanse en paz.

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