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Crítica / Música

"Lori Meyers": veinte años en la espiral del pop

Sorprende comprobar que "Lori Meyers" lleva dos décadas en activo. Es verdad que hasta 2004 no publican su primer trabajo, pero no hay duda de que llegaron al estudio de grabación con los deberes hechos y dispuestos a hacerse un hueco en el panorama pop del momento. Lo de estos granadinos es una carrera de fondo, no son una banda de números uno, pero en cada nuevo álbum aparecen canciones que se incorporan a su repertorio hasta configurar un directo contundente que les ha encumbrado como cabezas de cartel en los grandes festivales del verano.

El pasado sábado llegaron a Gijón para presentar su nuevo disco, "En la espiral" (2017), con un lleno absoluto. Hacía tiempo que no pasaban por la ciudad y se palpaba la expectación en el ambiente, lástima que esa energía se fuera diluyendo con el retraso en el inicio del concierto (cerca de una hora) y con un amago de entrevista previa sobre el escenario que rompió la magia que podría haber tenido el arranque del concierto. Quizás las cervezas que organizan estos eventos, en este caso la también granadina Alhambra, deban buscar nuevas formas de reivindicarse como promotoras de conciertos porque los presentadores o maestros de ceremonias rompen la dinámica y la lógica de un espectáculo en el que debería primar la música.

Bien es verdad que cuando por fin arrancó el concierto los "Lori Meyers" lo inundaron todo de energía con un sonido que tiene sello propio. "Huracán" fue la primera píldora de power pop, una descarga de decibelios que sirvió para corregir niveles de audio y desenterrar la voz de "Noni". Siguieron con varios temas del nuevo disco, como "Siempre brilla el sol" y "Evolución" (que apunta a nuevo himno del grupo), bien combinados con éxitos de otros discos, como "Luciérnagas y mariposas" o "Luces de neón".

No hubo mucho espacio entre canción y canción, tampoco baladas, pero la intensidad la lograron más por la densidad de voces y guitarras que por la velocidad de los temas. En realidad, el estilo de "Lori Meyers" viene marcado por el timbre de voz de su cantante y por unos temas de tempo medio, en ocasiones aletargado, que logra crear tensión en las estrofas y estalla en los estribillos. Conocen bien las herramientas del pop y les sacan buen partido: melodías fáciles de corear, subidas de tono para ganar intensidad, giros armónicos con reminiscencias retro ("¿Aha han vuelto?") y patrones rítmicos firmes con dibujos de guitarra con un regusto a los primeros discos de REM ("Mi realidad").

El público respondió, especialmente en esos himnos que incitan a levantar las manos y saltar. La apoteosis llegó en los bises, con "Alta fidelidad" y, sobre todo, con "Emborracharme", que convirtió el Albéniz en una pista de baile. Fue el final de un concierto en el que "Lori Meyers" demostró que está dentro de una espiral pop con mucho recorrido.

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