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Tiempo de perros

Los problemas que plantea la presencia de canes en las calles de Gijón

Estamos en momentos de perros, cada vez se ven perros por las ciudades y estos amigos del hombre y de la mujer forman parte de la cotidianidad más normal. El tiempo de perros se vive en los últimos años con fervor e intensidad y aquel que no tiene una mascota perruna no es nadie. Y hablando de estos inteligentes animales, en Gijón por lo que se observa viven muy felices y dichosos. Por cualquier esquina de la ciudad, en el paseo marítimo, en ese muro abierto y cargado de saludos, en las plazas, en la playa, en el parque o en las vibrantes avenidas, siempre habrá un dueño con su perro controlado jugueteando entre la arena oscura de un carguero carbonero olvidado o en alguna calle animada en paralelo con los viandantes. Y ante esta constatación, Gijón sin duda alguna puede ser una de las ciudades con más perros por habitante, junto con Madrid, Barcelona, Valencia o Málaga.

Es tiempo de canes. Se nota que con el estado de bienestar social, la compañía perruna se acentúa y también por la soledad de muchas personas que encuentran en una mascota su apoyo feliz. Ya no son las zonas rurales donde los perros viven, comen, cuidan y ladran a sus anchas, ahora son las urbes los centros de acogimiento de esta animalia. Y la mayoría compartiendo piso entre niños, papás y suegros. En algunas comunidades de vecinos han propuesto que no quieren canes en los pisos por aquello de los ladridos, los olores y demás molestias que pudieran ocasionar estos animales de compañía y afecto.

Días pasados pude observar a un joven con unos diez perros por la playa de San Lorenzo, cuatro de ellos de la misma raza y el resto de genealogía variada, grandes y pequeños. Esta escena me recordó a los conocidos cuidadores argentinos que custodian hasta treinta perros cada responsable. Una profesión muy socorrida, especialmente en la capital Buenos Aires. Cualquier día de la semana es muy frecuente ver a esos cuidadores con su manada por los vericuetos del parque de Palermo, uno de los espacios verdes más vastos del mundo. Y Buenos Aires es también ciudad muy perruna. La municipalidad bonaerense ante tanto can familiar, sin contar los abandonados, está estudiando imponer un tributo para compensar el trabajo extra de los operarios de la limpieza. En las papeleras, calles, parques y jardines la huella canina se nota. Son muchos perros danzando con sus dueños por la ciudad y muchos de los propietarios de canes tienen educados a sus animales pero a otros les importa un bledo el civismo y la caca de can se pisa, se huele y casi se mastica.

Y en Gijón está pasando lo mismo. Perros sí pero amos inteligentes y cuidadosos que velen por su entorno y eviten esas deposiciones perrunas en cualquier lugar de la ciudad. Hay sitios urbanos de Gijón que huelen a perro poco educado. Cacas de can por las aceras, por las plazas y orines más de lo mismo. Tiempo de perros, momentos de mascotas. Excelente, pero educación, civismo y sentido común en los propietarios caninos que actuando con confianza en sus mascotas se olvidan que son animales, listos y con un instinto soberbio, pero animales en definitiva.

Y a tenor de este comentario me atrevo a decir que Gijón es la ciudad con más perros de España, siempre de manera proporcional a su perímetro y su demografía, y a la vista está un fin de semana por sus lugares de paseo y ocio. Amos y perros en perfecta consonancia. Y los perros comen y van al veterinario. Todo es negocio en este tiempo de bienestar. Y con tanta animalia pienso que el impuesto perruno va a ser pronto una realidad en esta ciudad animada, cosmopolita y grandona.

Por si las moscas, mi chihuahua marrón fuerte se lo voy a regalar a mi sobrina Patricia. En la Ería del Piles estará más feliz y dichoso en un ambiente de canes mascota que viven con placer animal la educación impuesta por sus dueños.

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