Me gustaría recordar una virtud un tanto olvidada. Siempre se habla de paz, solidaridad, justicia, igualdad, compromiso... pero hay otras palabras que también recoge el Diccionario de la Lengua Española, como la denominada ternura. Bien dijo sobre ella el Papa Francisco que no es virtud de débiles, sino que denota fortaleza y capacidad de atención. Llevarla a la práctica no supone grandes esfuerzos. Basta con un rato de escucha, un abrazo sincero, una mirada cómplice o llevar flores a mamá ahora que todavía puede oler su aroma. El mundo necesita de la ternura, de pequeños detalles que engrandezcan el día a día. Empecemos por cambiar las cosas que están en nuestra mano y seremos testigos de la transformación de la sociedad. De nada sirve predicar si no es con el ejemplo, así que pongámonos todos manos a la obra. Queridos lectores, mañana, al comenzar el día, regalad vuestra mejor sonrisa. Salid a la calle con la mirada atenta. En el portal, en el autobús, en un semáforo, en el parking, en vuestro lugar de trabajo o a la hora del café, vivid con intensidad, derrochad ternura por doquier, ayudad al que está a vuestro lado. No olvidéis que no se trata de preparar una gran comida ni de ir haciendo regalos: se trata, simplemente, de ceder el paso, de dar las gracias, de pedir disculpas o empatizar con el otro. Esos pequeños gestos formarán una cadena infinita que fortalecerá el corazón de todos mientras continuamos el camino de la vida.