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Ex director general de la Marina Mercante, | presidente de la Asociación Española de Marina Civil

Pedro Menéndez de Avilés nunca perteneció a la Armada española

Las vicisitudes de un mítico marino que algunos se empeñan en militarizar

La vida de Pedro Menéndez transcurre íntegramente en el siglo XVI, desde 1519 a 1574. A lo largo de esa centuria el organismo encargado de gestionar el tráfico marítimo con el Nuevo Mundo era la Casa de la Contratación, con sede en Sevilla. Este organismo real estaba gestionado exclusivamente por civiles.

Una dura infancia en la mar. Aunque era hidalgo de origen, el estatus económico de su familia le forzó a embarcar siendo un niño. Practicó el corso, en aguas del Cantábrico, durante unos 20 años lo hizo con tanto éxito que sus actuaciones llegaron a oídos de Carlos V, quien no dudó en expedirle un patente especial para ejercer el corso en aguas del Cantábrico, habitualmente amenazado por piratas franceses y de otras naciones.

No se formó en una Escuela de Guardias marinas. Pedro Menéndez nunca cursó estudios en una Escuela de Guardias marinas. Su formación como marino civil se realizó en barcos civiles. En la etapa histórica en la que Pedro Menéndez desarrolla su actividad marítima, en el Nuevo Mundo, se exigía a pilotos y maestres estar en posesión de un título profesional que se obtenía tras superar un periodo de embarque, unos estudios reglados y superar un examen ante un Tribunal establecido por la Casa de Contratación.

Los capitanes eran en muchos casos los propios armadores de sus barcos. Cristóbal Colón, Juan de la Cosa, Américo Vespucio o los asturianos Juan Escalante de Mendoza y su tío, Álvaro de Colombres, son claros ejemplos de capitanes armadores. Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz, también fue capitán y armador. Siendo aún muy joven, Pedro Menéndez de Avilés armó su propio barco, un patache, convirtiéndose de ese modo en armador.

Tanto Carlos V como su hijo Felipe II carecieron de una Marina de Guerra propia, por lo que para cubrir las necesidades que tenían de proteger las costas bajo su soberanía o para librar batallas navales recurrían a fletar buques de navieros particulares o a requisar los barcos que consideraban oportunos. También se establecieron contratos para la construcción de barcos destinados a los mencionados fines por parte de particulares.

Que los barcos llevasen armas no significa que perteneciesen a la Armada Española. La mayor parte de los barcos civiles estaban artillados, aunque su principal misión fuese la del transporte de mercancías y personas. Se crearon algunas armadas, que generalmente se modulaban en función de las coyunturas y necesidades de cada época: armada de Flandes, armada de Barlovento, etc. No existían diferencias apreciables entre los barcos denominados de guerra y los mercantes. De hecho, los barcos mercantes eran contratados para actuar como barcos de guerra, reforzando en esos casos su artillería.

El hecho de que los barcos instalasen cañones y otro tipo de armas no significa que el capitán, el maestre y los pilotos fuesen militares. Del mismo modo que los barcos de piratas y de corsarios no por llevar cañones y personas armadas fuesen considerados barcos militares o barcos de guerra. Ni los marinos y marineros que navegaban en ellos eran considerados marinos militares o marinos de guerra.

Jamás formó parte de algunos de los cuerpos de la Marina española. Entre otras razones, porque tal cuerpo no se forma hasta el siglo XVIII. Con tan solo 19 años de edad, en 1538, armó un barco con cincuenta hombres; en otras palabras, se convirtió en un joven armador.

Fue Capitán General y Almirante, pero no de la Armada española. Desempeñó cargos tan importantes como los de almirante y capitán general, pero estos cargos, lejos de lo que pudiera interpretarse a primera vista, no significa que esos cargos fuesen fruto de sucesivos ascensos en un hipotético escalafón militar. Ni existía cuerpo militar ni escalafón.

El almirantazgo en la época de Pedro Menéndez no era homologable con los almirantazgos nacidos en el siglo XVIII. En el siglo XVI el almirante era el cargo designado por la corona o por sus representantes para ejercer el mando del buque que cerraba la formación de una flota integrada por varios buques que navegaban en conserva o en convoy. En ese siglo coexistieron otros almirantazgos de carácter nobiliario, como el de Colón, que lo fue de la Mar Océana, pero que no corresponden con los de la actual Armada española o Marina Militar. El hermano de Pedro Menéndez, que también fue marino civil, navegó como almirante de la flota en la que Pedro Menéndez era Capitán General.

Pedro Menéndez fue nombrado capitán general de una Armada, no de la Armada, por primera vez en 1554. El 15 de octubre de 1555 zarpó de Sevilla con una gran flota con destino a Nueva España. Volvería a realizar viajes redondos como capitán general en los años 1557, 1562, 1563 y 1570.

En 1562 navegó como capitán general, al mando de un convoy compuesto por 49 buques, de los que 35 habían zarpado de Sevilla y los 14 restantes desde Cádiz. Así pues, no hay fundamento para militarizar y configurar la imagen histórica de Pedro Menéndez, presentándole como la un marino de guerra perteneciente a la Armada española del siglo XVI. Por respeto a Pedro Menéndez y a la Marina Civil, sería muy deseable que el Ministerio de Cultura, la Armada española y la propia Corona se hiciesen lo posible para que su imagen no sea adulterada.

Nota: En el Portal Archivos Españoles (http://pares.mcu.es/) (Archivo de Simancas y Archivo de Indias, Sevilla) se custodian numerosos manuscritos en los que se pueden comprobar cuanto en la Asociación Española de Marina Civil se afirma).

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