La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Adiós a la inocencia

De la aparición de nuevos actores alrededor del plan de vías que hacen temer lo peor

Que una asociación de vecinos o una federación de estas asociaciones se metan en el terreno del juego político, aunque está muy mal hecho, es algo a lo que ya estamos acostumbrados. Es como si las elecciones municipales o las de cualquier otro ámbito no tuvieran importancia alguna: es como si los legítimos representantes de la ciudadanía, los concejales en este caso, tuvieran menos representatividad que un par o dos de directivos de una asociación o federación, con escasa implantación, pero a los que los medios les dan un juego social más que nada para tener una historia con un mínimo argumento. Pero, ya decimos, nos hemos habituado a este juego y hasta hemos aprendido a interpretarlos: forman parte de una partida en la que tienen un papel de comparsas que anima la vida política de cualquier municipio. Al paquete de figurantes se suelen añadir también otro tipo de asociaciones -no gubernamentales, se dice- y grupos o plataformas ecologistas. Dejemos puesto que para producir el nacimiento de cualquiera de estas entidades solamente son necesarias tres personas que registren unos estatutos, es decir, un sujeto y un par de amigos firman un acta de constitución y registran unos estatutos en la consejería correspondiente y ya son toda una plataforma que opina, politiquea, enreda y tiene cámaras, micrófonos y páginas a su disposición.

Así está sucediendo con el plan de vías de tren de nuestra populosa villa marinera. Cuando leemos que los vecinos piden tiempo, es decir más dilaciones -"para no lastrar el futuro", nos espetan-, todos sabemos quiénes son los que tal cosa dicen y evaluamos el caso que se les ha de hacer: preferiblemente ninguno, como el papel de cero a la izquierda que juegan en esta representación.

Pero cuando leemos que junto a "los vecinos" también lo piden "los arquitectos" nos echamos a temblar. ¿Quiénes son los arquitectos?. Pues nada más y nada menos que los directivos del colegio asturiano que agrupa a estos profesionales. ¿También se meten a hacer política los directivos colegiales de los arquitectos? Y ahí ya tenemos que analizar con otra clase diferente de instrumentos. No son un grupo de amigos: representan a un colectivo profesional. Aquí ya entramos en un juego de intereses diferentes. Se suman a la partida y se agrupan como comparsas con el grupo de las asociaciones vecinales porque les viene bien a saber los hados qué conveniencias. A primera vista podría parecer que todo se debe a un altruista deseo de mejorar el urbanismo de nuestra villa, que bien necesitada viene de un arreglo desde hace muchas décadas; pero es de temer que, por detrás, haya otros intereses y que esos intereses ni tan siquiera respondan al completo al de todos los arquitectos. Tampoco debemos olvidarnos que, por ahí detrás, andan también otros intereses, los de los promotores y constructores, que sin querer figurar dentro del tablero de juego, quieren influir desde fuera y se valen de cualquier artimaña: al fin y al cabo, ellos contratan arquitectos para sus promociones.

Así que ahí tenemos todo un plan de vías ajeno totalmente a la inocencia y a un gobierno municipal demasiado débil como para hacer frente a todos estos liantes y al ministerio de Fomento al mismo tiempo.

Compartir el artículo

stats