La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cronista Oficial de la Ilustre Hermandad de la Santa Vera Cruz

Vinieron y cantaron

Un marinero, Luis Gea, cantó la primera saeta en Gijón, como luego harían El Presi o Albina Sánchez

Para hacer memoria, en 2015 mi tribuna para la Semana Santa se tituló "Eran pocos pero indispensables" (en recuerdo del incalculable valor de la simiente que aquel grupo de franciscanos plantaron en Gijón al fundar la cofradía de la Santa Vera Cruz en 1645), la de 2016 se tituló "Cambiaron y permanecieron" (en memoria del grupo de hermanos cofrades y devotos que recuperaron a finales del siglo XX las procesiones de Semana Santa en Gijón y cuyos esfuerzos permitieron la vuelta a la vida autónoma de las cofradías históricas de la ciudad) y la del pasado año 2017 se tituló "Sobrevivieron y procesionaron" (en la que rescaté los hechos acaecidos en el año 1938, que permitieron que la ciudad volviese a disfrutar de las procesiones de Semana Santa a pesar de la quema de la Iglesia Parroquial de San Pedro Apóstol y de las Imágenes que se sacaban en procesión).

En el marco de esta Semana Santa de 2018 mi tribuna se titula "Vinieron y cantaron", en recuerdo del grupo de malagueños que en la Semana Santa de 1938 asistieron por azar a la procesión del Viernes Santo (el 15 de abril de ese año) y cantaron una sentida saeta, a riesgo de su propia integridad física. Contaré con suficiente lujo de detalles lo que ocurrió en aquella Procesión.

De manera casual se encontraban en la ciudad cinco marineros del barco mercante María R., que venía de Galicia. Este buque recibió su botadura el día 9 de noviembre del año 1908 y se le dio el nombre de Cataluña. Fue entregado a sus propietarios el mes siguiente. Después de cambiar de nombre y de empresa propietaria en una ocasión, en el año 1935 es adquirido por la naviera Hijo de Ramón A. Ramos y le concedieron el nombre de María R. Este vapor llegó a Barcelona el 16 de julio de 1936, quedando detenido al estallar la rebelión del 18 de julio. El 8 de febrero de 1937, al ser conquistada la ciudad de Málaga por las tropas del bando nacional, el María R. navegará por cuenta del referido bando.

Cuando este grupo de marineros malagueños desembarcaron en el puerto de Gijón (dedicado, por entonces, al transporte de abonos) al ser Viernes Santo no dudaron en asistir a la Procesión, dado el gran fervor popular que se sentía y se siente en Andalucía por la Semana Santa.

El itinerario que siguió la Procesión fue el siguiente: Plaza del Ayuntamiento, calle de San Bernardo, calle de Covadonga, paseo de Begoña, calle Fernández Vallín, calle Corrida, plaza del Marqués y regreso al templo parroquial (instalado provisionalmente en la Colegiata de San Juan Bautista). El grupo de malagueños vieron la Procesión, probablemente, desde los Jardines de la Reina.

Al ver pasar la Imagen de la Virgen de la Soledad de entre ellos el cabo Luis Gea, gran aficionado al cante flamenco, se arrancó a cantar una saeta. Los gijoneses de la época no conocían el rico fervor religioso popular de Andalucía y la costumbre del canto de saetas, en señal de devoción, en tanto que entendieron este acto como un hecho irreverente. La gente presente se ofendió y comenzó a sisear para que el joven se callara. A pesar del malestar creciente terminó su saeta y sus compañeros le aplaudieron. Al final la gente les quería coger para tirarlos al agua, pero la situación no pasó a mayores ya que los marineros pudieron regresar rápidamente a su buque.

Por suerte conocemos la identidad de alguno de estos marineros. Uno de ellos era Antonio Ortega Mata, que se alistó de voluntario en la Armada. Tras acabar la Guerra Civil, estudió Farmacia y ejerció su profesión en Málaga. Otro, apellidado Ferrer, falleció poco tiempo después en el frente (siendo voluntario de la Cruz Roja). Luis Gea estudió la carrera de Farmacia y se instaló en un pueblo malagueño.

Un hecho que es completamente desconocido es que el buque que los trajo a Gijón regresó años después a la ciudad, sin que nadie se percatase de este hecho. Investigando el destino del María R. una vez acaba la Guerra Civil fue recuperado por sus propietarios y a la altura del año 1952 debieron renovar su cubierta superior lo que supuso un período de inmovilización de 123 días. Esa importante reparación se realizó en el puerto de El Musel.

Volviendo a aquella improvisada y sentida saeta podemos decir que será la primera que se cante en Gijón, siendo muy novedosa para el oído de los gijoneses de entonces. Con el paso del tiempo, habiéndose habituado a su sonido en la ciudad se escucharán nuevas saetas interpretadas por personajes tan queridos como El Presi o Albina Sánchez.

Los gijoneses, amantes de la Semana Santa, debemos una cariñosa disculpa a aquel grupo de malagueños que llenó de sentimiento improvisado aquella Procesión del Viernes Santo, dándonos a conocer una forma nueva de sentir la Religiosidad Popular. Le debemos ese agradecimiento porque Vinieron y Cantaron, a mayor Gloria de Dios.

Compartir el artículo

stats