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La cacería política

Cuando el peor enemigo se encuentra en el propio partido, como resulta en el caso de Cristina Cifuentes

En estos momentos la cacería política en España ha alcanzado unos límites imposibles de soportar por el ciudadano medio, honrado, cumplidor de las leyes y que quiere vivir en paz y sin sobresaltos. Ya sé que cada día somos menos en esta categoría porque con tanta envidia, tanto odio, tanta falta de empatía, tanta afición a quitarte a ti para ponerme yo y hacer lo mismo o peor, es inevitable.

Además ya no es un partido contra otro, que sí sucede, pero es que además ahora se da la maldad dentro del propio partido. Nunca sabes por donde te vienen los tiros, siempre tienes que estar mirando a tu espalda. Y ustedes dirán que quien es intachable no tiene que tener miedo, pero este axioma no es cierto. Hay faltas de corrupción, de puro robo que no tienen perdón, sobre todo cuando se juega con la subsistencia de los más necesitados, pero hay otras cosas que no siendo muy claras o no siendo tan graves, te causan un grave perjuicio si salen a la luz, en forma de medias verdades, de medias mentiras, de alguien dijo pero no dices quién y todo el mundo se lanza al ruedo con la fuerza de un toro.

Casi nadie es totalmente intachable y a lo largo de la vida han surgido cosas. Casi todo el mundo que estaba en el poder o tenía apoyos en el gobierno que gobernaba, recibía alguna prebenda. Y no se me echen a la yugular porque sucede y sucedió en todos los partidos, y si me apuran sucedió más en partidos de izquierdas después de la transición. Si eras del PSOE o IU y gobernaban en el Ayuntamiento o en la Comunidad, tenías vía libre en esa comunidad para acceder a puestos, para tener plazas en cursillos y mucho más. Si eras o ellos creían que eras de derechas, olvídate, también sucedería en lugares donde gobernaba el PP, pero menos porque los de izquierdas los vigilaban minuciosamente y no perdonaban una. Los de derechas o centro derecha como están llenos de complejos no atacan tanto, no se atreven y se pasan el día defendiéndose de acusaciones reales o inventadas y no tienen tiempo para otra cosa.

Ahora llegamos al caso del Máster de Cristina Cifuentes. Que haya habido alguna irregularidad, puede; pero que unas notas desaparezcan o cambien en la Universidad es bastante normal. Cuántas veces he ido yo a pedir un documento de algunas notas mías o de mis hijos y tuve que volver un montón de veces porque no lo encontraban. Tuve que recurrir a compañeros que estaban en la Universidad para conseguirlas. Pero el caso es atacar a Cristina Cifuentes porque es una mujer que vale, que está haciendo una labor estupenda en la Comunidad de Madrid contra Podemos, PSOE, y a veces hasta contra Ciudadanos y el PP. Para mí es tan eficiente y tan valiente que no se va dando un portazo porque sabe que Madrid la necesita. El caso es echar porquería contra todo el que vale e incluso el que no vale.

Yo pienso a veces que si me hubiera metido en la política, -nunca me apeteció pero tampoco le interesé a nadie, ya que no tengo pelos en la lengua- y se analizase mi vida, encontrarían algo. Cuando yo tenía 21 años fui a Niza a realizar un curso de lengua y literatura francesa con una beca. Allí lo pasé bomba pero no hice ningún examen, eso sí aprendí mucho pero prefería divertirme que estudiar para los exámenes. Cuando se terminó el curso todos fueron a recoger el diploma menos yo, pero se me acercó un chico que trabajaba en Secretaría con el que había hablado algunas veces y me entregó el diploma pues él era el encargado de hacerlos y le debía gustar yo. Por supuesto me marché muy contenta. Nunca me sirvió de nada pero no le hice ascos.

Cuando regresé de Niza a España, volví en coche con un abogado de Oviedo que se ofreció a traernos a Dacz, un chico de madre española y padre polaco que vivía en Bilbao y que fue mi primer amor, y a mí. Nos llevó a Barcelona, en donde vivía mi primo Fernando con su mujer y sus hijos, pero cuando llegamos a Gerona tuvimos que parar a dormir en un hotel porque el abogado estaba agotado. Pedimos dos habitaciones, una para mí y otra para ellos dos. Al día siguiente cuando fuimos a pagar, Dacz y yo le dimos el dinero y en la factura pusieron una factura a nombre de "señor y señora..." y otra a nombre de Dacz. Entonces el abogado me dio las facturas porque si alguna vez tenía un novio para casarme, él podía investigar mi pasado y dejarme si se enteraba de aquello. Yo me reí a carcajadas, primero porque no creía que me pasara y segundo porque si yo hubiera tenido un novio así, lo habría mandado al cuerno mucho antes. Pero ya veo que no podría haber sido política. Yo creí que lo más importante para un político era la eficiencia, un trabajo bien hecho, el conseguir que los colaboradores trabajasen lo mejor posible también, y no tener que perder el tiempo defendiéndose todos los días.

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