Allá por los años noventa, cuatro amigos chelistas dieron en Helsinki con una fórmula que marcaría tendencia y acabaría por generalizarse en todo el planeta: versionar temas famosos de metal al violonchelo. Vale que la relación entre los instrumentos sinfónicos y este género musical se remonta a sus orígenes en los años setenta, pero lo que proponen "Apocalyptica" desde sus primeros discos es la versión instrumental del original, y lo llevan haciendo desde unos cuantos años antes de que el fenómeno se generalizara en la era YouTube.
El pasado sábado el teatro de la Laboral vestía de negro; más de mil personas llenaron el auditorio hasta la bandera para acompañar a "Apocalyptica" en la conmemoración del lanzamiento de su primer álbum, "Plays Metallica by four Cellos" (1996). La gira está siendo extensa, y casi dos años después llegó a Gijón con un repertorio consagrado íntegramente a la banda con la que se dieron a conocer en todo el mundo: "Metallica". Con una deliberada impronta nostálgica, la primera parte fue una recreación de temas de ese primer disco. Los cuatro chelistas salieron a escena entre ovaciones; la tormenta de sonido impactó desde los primeros compases de "Enter Sandman", que enseguida arrancó las palmas del público; tocaron los primeros ocho temas siguiendo el orden del disco y el respetable ponía la voz en momentos puntuales, coreando los estribillos de temas como "Master of Puppets".
Sin duda, el metal es una música que se presta a los encuentros con el repertorio clásico; muchos de los arreglos de estas canciones tienen una impronta marcadamente barroca: tempos constantes e implacables en "perpetum mobile", riffs que se convierten en ostinatos y desarrollos temáticos virtuosísticos discurriendo sobre poderosas arquitecturas de bajos son sólo algunos de los recursos barrocos que se repitieron durante todo el concierto. Pero "Apocalyptica" va más allá, apelan a la música popular con desarrollos melódicos circulares de regusto modal y con tempos y patrones que recuerdan a la música de danza. Esto, unido a la velocidad y la exhibición de virtuosismo, activa todas las reminiscencias de la música klezmer; eso sí, salvando las distancias y sumándole toda la contundencia sonora del metal.
Parece que "Apocalyptica" tiene claro el atractivo de su "merchandaising", porque la pausa a mitad de concierto se extendió hasta casi la media hora y atestó el puesto de venta de camisetas (y demás mercancía) de la banda. Fue un parón excesivo e injustificado, más allá del negocio, y marcó la entrada en escena de una imponente batería. Esta segunda parte siguió con "Metallica", pero el espectáculo se alineó con los rituales del metal: luces estroboscópicas, "headbanging" y movimiento por todo el escenario tocando los chelos como si fueran guitarras eléctricas. El concierto subió aún más la intensidad y el público respondió coreando estribillos como "For Whom the Bell Tolls". La recta final fue apoteósica, como cabía esperar, "Escape" y "Battery" fueron un prodigio de virtuosismo, y "Seek & Destroy" puso a la gente de pie para cerrar el concierto y reclamar los bises. "Apocalyptica" llegó, vio y venció, y no es de extrañar en una tierra tan metalera como es Asturias.