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Periodista

Roncero, siempre pensamos en ti

Memoria del hombre que creó la mejor cantera del balonmano gijonés

Que le pongan hoy su nombre a los jardines públicos al lado de cuya acera aparcaba su moto "Vespa", en aquellos tiempos en que eran muy pocos los privilegiados que tenían un automóvil, no me cabe la menor duda de que le encantará y que le hará esbozar una de sus amplias sonrisas con las que siempre te ganaba al darte así su confianza.

Ya todo el mundo sabe que José Antonio Roncero Zabala creó una cantera de jugadores de balonmano, con el apoyo del padre Corral, en la cancha de hormigón de nuestro Colegio Corazón de María -donde prudentemente Francisco Álvarez-Cascos jugaba con rodilleras en el equipo titular, por aquello de que vale más prevenir que lamentar- que luego siguieron sus pasos hasta las alturas de la selección nacional de Balonmano. No se entenderían los orígenes de la práctica del balonmano en Gijón sin su nombre y nos queda una gran espina clavada a quienes sufrimos la contundente derrota del Codema con el equipo de la Universidad Laboral que nos ganó 41-14 a causa de un imparable gigante vasco apellidado Lindosa y, para más inri, en la pista de los Jesuitas, lo que fue motivo de mofa y risión por ser nuestra competencia directa en todo: ellos dominaban a las alumnas del colegio de la Asunción y nosotros, a las de las Ursulinas.

Pero lo que quizás no todos sepan es que la clave del éxito de José Antonio Roncero fue la aplicación de las tácticas del baloncesto a las del balonmano. En el piso tercero izquierda del número 51 de la entonces calle de Calvo Sotelo -donde cortejaba a su futura esposa, la hermosa María Teresa Sendín- estudiaba estrategias con equipos formados por rubias pesetas y perronas. Así, pacientemente, me explicaba sus tácticas para los próximos partidos en los que todos vibrábamos con gran intensidad. Él nos hizo amar el balonmano y yo tengo que agradecérselo porque, además, con su entusiasmo habitual me recogió en Madrid cuando estudiaba Periodismo para acompañarle a su casa familiar en Zamora. Por el camino tuvo la gentileza de invitarme en Peñaranda de Bracamonte a un plato que jamás olvidaré por su exquisitez: huevos fritos con jamón y patatas. Gracias, maestro, por aprobarme la asignatura de Educación Física, aunque nunca lograse saltar ni el plinto, ni el caballo, ya que para esas cosas siempre fui un inútil. Roncero siempre fue un buen amigo de sus amigos y eso es algo que demostró no con palabras, sino con hechos. Por estos jardines ahora podremos pasear pensando en él, ya que nunca muere nadie si hay alguien que siempre le recuerda.

Hoy, a las 12.00 horas, se inaugura la placa connemorativa que da nombre al "Jardín de José Antonio Roncero", en el espacio comprendido entre la avenida de la Costa y las calles General Suárez Valdés y Alarcón.

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