Que Gijón ha bajado gran cantidad de watios en su alumbrado público es un hecho. Si a eso añadimos que muchos puntos de luz están apagados -en el paseo del Muro, por ejemplo-, la sensación de tinieblas en determinadas zonas de la ciudad es notable. Pero entremos en otra luz.

Se discute a nivel municipal si el "Elogio del horizonte" debería estar o no iluminado. La realidad es que sí debería, diga lo que diga la familia de Chillida; como lo deberían estar otros edificios y estatuas de la vía pública, como la "Madre del emigrante", la efigie de Jovellanos, la Biblioteca Pública, la Cámara de Comercio...

Si a todo esto añadimos que edificios que disponen de instalación para ello se pasan más tiempo con la luz apagada que encendida (es el caso de la Colegiata, el teatro Jovellanos, la Gota de Leche...), la sensación para una ciudad que pretende vivir del turismo es ciertamente muy pobre.

Quienes conocen Donostia, León, Salamanca u Oviedo saben bien de lo que hablo. Y en referencia a la ciudad asturiana antes citada, ¿cómo es posible que el edificio de la antigua Caja de Ahorros de Asturias brille en la noche carbayona en todo su esplendor y en Gijón, sin embargo, se encuentre a oscuras? ¿Acaso nosotros somos menos?

Por favor, que los concejales que componen nuestro Ayuntamiento tomen nota de este tema, que preocupa a la población, y tomen alguna medida. Bueno sería que empezaran por la fuente luminosa de la plaza del Carmen.