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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Cuestión de distancias

Unas formaciones políticas están en pleno acercamiento a la ciudadanía y otras se alejan

Están estos dirigentes recientes del socialismo asturiano como si hubieran comprando una finca nueva y no saben muy bien cómo empezar a trabajarla para que produzca. No saben si toca segar o abonar. Sólo se han preocupado de asentar los mojones y reforzar la cerca y ahora, colocados en medio del prado, miran a su alrededor meditabundos. Políticamente no se han percatado de lo que toca ni tienen claro su calendario. El cuerpo les pide quitarse de en medio a cualquiera que muestre veleidad alguna de no ser un adepto fidelísimo, cualquier fisura en la más sumisa de las lealtades, pero temen quedarse solos, así que lo siguen pensando. Mientras, los que ya saben que la cosa no va a dar más de sí, se preparan para un periodo decadente y aquellos a los que no queda más remedio que aguantar intentan amoldarse a la nueva situación y sacar a relucir sus mejores instrumentos de flotabilidad. Hasta el momento, la única novedad es la salida de pata de banco de la cooficialidad del bable: es su única etiqueta electoral del nuevo PSOE que proclama Pedro Sánchez, su romo y errático líder. Están consternados por las tendencias que muestran las encuestas aunque falta todo un año para las elecciones. Doce meses hasta el momento de las próximas elecciones triples -europeas, regionales y municipales- es un tiempo político bastante largo en el que se entrecruzarán multitud de circunstancias y las tendencias de hoy pueden cambiar, pero no se nota voluntad en las formaciones políticas de modificar sus maneras de hacer las cosas o de afrontar algún tipo de solución para los problemas de la gente. Y ahí radica la ventaja de Ciudadanos.

El partido encabezado por Albert Rivera está "limpio", no lleva su mochila cargada con piedras del pasado ni grandes ni pequeñas y sus ofertas políticas, cuando menos, valen tanto como las de los demás. Dejando la grillera de la parte extrema de la izquierda a la irreductible afición que lo mismo le da los restos del PCE sueltos o absorbidos por Podemos y a los mismos de la formación de Pablo Iglesias poniéndose a tortas más morados que su color corporativo, queda la banda de los centros más o menos a babor o estribor, pero centros. Y ahí es en donde se está jugando la partida.

Con motivo de las celebraciones el otro día del Primero de Mayo, los de Ciudadanos dijeron que apostaban por un nuevo marco laboral, más moderno y flexible en el que se pueda crear un empleo de calidad. Los sindicatos UGT y CC OO estuvieron en la última manifestación independentista catalana y, como estamos viendo por aquí en la última negociación interrumpida de Arcelor o en su actitud sobre las térmicas a base de carbón, demuestran que no han comprendido nada: siguen al otro lado de la línea, en la del pasado. Respecto a esta posición de las menguantes centrales sociales, le escuché el otro día al maestro Miguel Ángel Aguilar que los naranjas "al distanciarse de los sindicatos, no se distancian de la población". Este es el sentido de la tendencia de las encuestas, también lo será en nuestro pueblo o en nuestra provincia. Hay quienes hacen por acercarse a la gente y otros que, paso a paso, toman más distancia.

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