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Tiempo de matracas

Premios Gava del audiovisual asturiano y el impacto de la incipiente recuperación del sector

Si no han asistido a la reciente gala de entrega de los Premios Gava del sector audiovisual asturiano en el teatro Campoamor o no han podido seguirla a través de RTPA, les resumo lo vivido en ella en tres conclusiones y una matraca.

Para empezar, ya podemos ir sacudiéndonos los complejos que arrastramos acerca de cómo se hacen las cosas del show business en Asturias. Galardones nacionales de empaque como los Max o los Goya no han conseguido todavía producir una gala con la fresca donosura de sus hermanos pequeños, los asturianos Oh! para la industria escénica, o Gava para la audiovisual.

Los últimos eventos de entrega de ambos galardones astures fueron galas entretenidas, emocionantes, dignas de la profesión y contagiadoras de optimismo. Va a ser verdad que el tamaño no importa, al menos en lo que respecta al presupuesto porque el de ambas era ínfimo y ello no impidió guiones atractivos, presentadores relajados y disfrutones, escenografías sencillas y hasta reciclables, ritmo e imaginación.

Por si fuera poco -es mi segunda conclusión-, en los Gava, como ya se vivió en los Oh!, se respiró esperanza y complicidad para que el sector salga del enorme socavón en el que le sumió la crisis y otras ayuditas. Seamos realistas, en el ámbito televisivo sigue configurado fundamentalmente como industria auxiliar de RTPA pero hemos podido ver nuevos proyectos cinematográficos y muchas ganas de hacer que se barruntaban en los corrillos.

Por eso, entre otras razones, son buenos estos escenarios de encuentro, así que hay que agradecer a la Asociación Clúster de la industria creativa, cultural y audiovisual, Accica, el empeño por sacar adelante estos premios. Son un motor de cohesión del sector. Al menos una vez al año, todos y todas podemos vernos las caras y refrescarnos en qué andamos enredados.

Y ya que los aires de optimismo y buen rollo nos embargan -y ahí va mi tercera conclusión-, es tiempo de que los profesionales del sector audiovisual puedan también verlo reflejado en su economía individual. Es decir, reducir la precariedad laboral, la inseguridad en la contratación y los salarios de supervivencia; esto en el caso de la contratación por cuenta ajena porque muchos profesionales se han visto obligados a hacer la misma labor para la misma empresa primero como asalariados y luego en calidad de autónomos. La bonanza no puede quedarse atascada en el último eslabón de la cadena.

Y ahora llega mi matraca, porque si algo va quedando claro hoy en día es la eficacia de meter ruido, un "ruido desapacible por insistencia en una pretensión", en palabras de la Real Academia de la Lengua. Pues bien, sólo echar un vistazo al palmarés de los Premios Gava, a las diferentes representaciones de empresas, a los equipos de los distintos proyectos, llamaba la atención la ausencia de presencia femenina fundamentalmente en los ámbitos profesionales técnicos así como en los puestos de mayor responsabilidad.

No es una circunstancia atribuible a los propios galardones, lo que hizo el evento fue ofrecer esa panorámica de un sector todavía marcadamente masculino en ciertas áreas de gestión. Ya se denunció en la última edición del Festival Internacional de Cine de Gijón y se radiografía elocuentemente en los informes sobre la representatividad de las mujeres en el sector cinematográfico elaborados por CIMA, la Asociación de mujeres cineastas y de medios audiovisuales.

Así que hemos de pasar de constatarlo año a año en los eventos de encuentro sectorial, a idear y acometer estrategias activas para el cambio. Es urgente y es importante, no un objetivo secundario. Afortunadamente, hay muchas técnicas audiovisuales, realizadoras, guionistas, formadoras y actrices asturianas dispuestas a dar la matraca. Es tiempo de que el resto se sume al estruendo.

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