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Crítica / Música

Tremenda voz para un repertorio mediocre

Pastora Soler es un buen ejemplo de cantantes con una inmensa voz y con un repertorio a sus espaldas rozando la mediocridad, salvo algunas excepciones. También está en ese grupo de artistas que consiguen la fama gracias a algunos lamentables hits que se cuelan en la Radio Fórmula y taladran nuestros oídos día tras día, hasta que consiguen alojarse definitivamente en algún rincón del cerebro y ya no se pueden olvidar. "Gusanos cerebrales" es el término que utiliza el neurólogo y divulgador científico Oliver Sacks en su libro "Musicofilia" para designar este fenómeno. Prueba de ello es la rumba machacona "Dámela ya" o el ortopédico "Corazón congelado": quién no conoce estas dos canciones insufribles salvadas por los pelos gracias a la potencia y la gran técnica de la cantante. Para más inri estos artistas se sienten obligados (o eso creen) a cantar una y otra vez esas canciones, porque consideran que si no lo hacen el público no queda contento. Y en cada concierto alternan esos horribles temas con el nuevo repertorio que, probablemente, haya alcanzado cierta madurez y haya evolucionado por otros derroteros, dando como resultado una mezcla extraña.

Después de un largo tiempo de parón profesional, más que comentado en los medios de comunicación, Pastora Soler vuelve a subirse a los escenarios con las pilas cargadas y dispuesta a ofrecer lo mejor de sí misma, en esta ocasión en el Teatro Jovellanos con las entradas agotadas. Con todas las luces apagadas y en silencio tardó un par de minutos en salir, creando así más expectación. Los primeros temas sirvieron para calentar su voz que iba ganando cuerpo y potencia poco a poco. Después de algunos hits cantó la rumba "Será mejor volver" y los músicos se quedaron en el escenario exhibiendo sus cualidades técnicas. Una buena banda en la que destaca sobremanera el pianista Alberto Miras y el guitarra Pepe Pulido.

Después del cambio de vestuario -tradicional en las cantantes de copla- quedaba por llegar lo más interesante de la noche: una preciosa balada de Alejandro Martínez, con un arreglo de piano sublime y una voz espectacular fue el punto de partida, al que seguiría "Solo tú". La voz crecía y crecía ganando cuerpo y solidez. Tremenda la garra que le puso al cantar las coplas "Y sin embargo te quiero", con guiños al tango y "Me embrujaste", logrando poner a todo el público en pie. También es muy guapo el arreglo de la guitarra de Pepe Pulido en flamenco-fusión del tema "Qué no daría yo", en el que Pastora demostró su potencia cantando a capella. No podía faltar el famoso tema de Eurovisión "Quédate conmigo" que cantó de manera espectacular, y para despedir "Invencible", lleno de mensajes positivos y de afán de superación.

Dentro de su nuevo disco "La Calma" hay canciones que merecen la pena, como su éxito "La Tormenta", que sí daría gusto escuchar en cada concierto. Esperemos que siga creciendo y sea capaz de soltar lastre, desprendiéndose de esos hits mediocres que no le hacen justicia y que forman una mezcolanza extraña en su repertorio, porque muy grande es la voz de Pastora Soler y escucharla en directo es impactante.

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