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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Curiosa seguridad local

Unos se pasan y otros se quedan cortos, el caso es que abundan los que no encuentran su lugar

No hay cosa más ridícula que toparse con un individuo que no sabe exactamente el lugar que ha de ocupar en la organización social. De este mal parece estar aquejado el recientemente nombrado delegado del Gobierno en Asturias, Sr. Marín, que ni corto ni perezoso se acerca a ver a unos vecinos de la vecina capital provincial y, aparte de unas promesas de mayor vigilancia por parte de la Policía Nacional, requiere al ayuntamiento capitalino la creación de un cuerpo policial local de policía de barrio municipal. ¿Y quién es él para inmiscuirse en la organización de un ayuntamiento? Hombre, exigirles a los consistorios que cumplan con las normas le va en el cargo, pero meterse a organizarles sus servicios parece algo más impropio que atrevido. Se comprende que el hombre no tenga excesiva experiencia, pero se le puede exigir prudencia. ¿Tenemos un delegado del Gobierno que, además de torpe, es un bocazas? El tiempo nos lo irá diciendo, pero no lleva buen camino. Si a la impericia política añade el desafuero de un exceso de locuacidad, su mandato nos proporcionará unos cuantos sustos y algunas risas. De momento, Mariano Marín ya nos ha demostrado que no se conoce ni su papel ni el terreno que pisa. Su paso por esta populosa villa marinera, que es la suya, no terminó ni en susto ni risa, por aquí se mostró más discreto, quizá cohibido por sus recientes años como concejal y tenerle tomada la medida el resto del personal, salvo, unos extraños invitados que, por primera vez acudieron a tan oficial reunión.

Los de la federación vecinal están muy contentos por haber sido admitidos en la reciente Junta Local de Seguridad; sin embargo, su dudosa representatividad ha de ser tomada como una dejación de los poderes consistoriales. El movimiento vecinal ya no es nada, son cuatro gatos que se mueven en su propio estanque sin que la mayoría de los vecinos les haga ni caso. Son asociaciones, residuo del pasado, que ya prácticamente no tienen función y que consumen recursos municipales y hasta se les permite participar en órganos representativos cuando prácticamente ya no les quedan parroquianos a los que representar. Esta es una muestra más de que la mayoría de los grupos políticos municipales tienen perdido el norte y que se hace necesario renovar la situación para que nuevamente entre en una vereda de normalidad y decencia política. Unos tan contentos, por haber puesto una pica en Flandes y otros divididos y preocupados.

Lamentan los podemitas gijoneses, incrustados como cuerpo extraño en la democrática estructura consistorial, que cada vez son menos en esta nuestra populosa villa marinera. ¿Y qué creían? Tanta torpeza política y maldad social tenía que recoger su justa respuesta. Podemos -y sus valedores gijoneses del sindicato local con corriente- son la hez en nuestra organización como grupo ciudadano, así su pre valencia no podía durar demasiado. Podemos es una formación de calentón, de enfado, que tiene su pico de popularidad y que cae al fondo con la normalización de los sentimientos de la ciudadanía. Esperemos que se confirme su tendencia electoral a la baja.

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