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Un 13 de mayo en la iglesia de Fátima La parroquia de La Calzada celebró con orgullo la fiesta de su patrona

Gijón ha vivido un 13 de mayo muy especial y emotivo. En la víspera del gran día, la parroquia de San José celebró una solemne vigilia en la que no faltó nada esencial, incluida una procesión dentro de la iglesia: numerosos fieles cantaron con velas encendidas en sus manos las estrofas de himno oficial de Fátima con el que se conmemoran los mensajes que Nuestra Señora comunicó a los tres niños, los hermanos Francisco y Jacinto, canonizados hace una año por el papa Francisco; y su prima Sor Lucía, cronista oficial de la gran verdad de Fátima y en proceso de beatificación. El acto más más especial tuvo lugar el domingo en el populoso barrio de La Calzada: la parroquia de Fátima, fiel a su origen y a su titular vivió con intensidad y emoción su gran fiesta litúrgica, 25 años después de ser bendecida y consagradas por el arzobispo emérito Gabino Díaz Merchán. El espíritu y alma de su venerable y fallecido párroco José María Bardales se hizo presente de forma singular y viva. El cura Bardales continúa siendo el referente religioso, cultural y social más evidente de un barrio que poco a poco va perdiendo su carácter más genuino pero no reivindicativo.

El trece de mayo desde 1917 siempre estará unido a Nuestra señora de Fátima. En los tiempos más aciagos del siglo XX, el siglo de las barbaries totalitarias más horrendas (comunismo y nazismo con sus campos de concentración y sus archipiélagos gulags de exterminio en los que se han practicado genocidios que pretendía la destrucción masiva de los seres humanos), La Providencia Divina, que siempre guía la historia por los caminos misteriosos de la misericordia, el perdón y la paz, nos envió a Nuestra Señora para que comunicase a unos humildes y pobres niños pastores un mensaje especial que se está cumpliendo pese a los que con su orgullo y soberbia tratan de oponerse con la violencia, la mentira y la destrucción material y moral de las personas: el gran mensaje de Nuestra Señora fue "Mi inmaculado corazón triunfará". Todos los secretos que la Santísima Virgen en sus apariciones manifestó a Francisco y Jacinta, que murieron siendo unos niños, según se lo anticipó Nuestra Señora y han sido declarados bienaventurados, y especialmente a Sor Lucía, guardiana fiel de las promesas que se encargó de entregar a los últimos papas, muy especialmente a San Juan Pablo II, el gran defensor de la verdad de Fátima y mártir de la misma cuando un 13 de mayo el turco Alí Agca intentó asesinarlo con bala mortal de necesidad, cuya trayectoria fue desviada por la mano maternal de Nuestra Señora como declaró solemnemente el propio Papa polaco. Hoy esa bala está incrustada en su Corona Virginal. Se han cumplido. En relación con el famoso tercer secreto de Fátima, ha sido el papa Emérito Benedicto XVI quien ha formulado la interpretación más autorizada del mismo desde una perspectiva bíblico-teológica que ha supuesto el mentís más definitivo a todas las suposiciones más catastrofistas que aún se dan con total desfachatez, como las que aún pululan por la inmensa babel de las redes sociales.

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