Leí hace ya un tiempo un libro comprado en la Feria del Libro de Madrid, "La humanidad en la encrucijada", sobre el tiempo que se avecinaba y debíamos prepararnos. Habría más tiempo de ocio, menos horas de trabajo, menos personas para ejercer el empleo por las nuevas tecnologías. ¿Qué hacer con el tiempo libre? Entonces había trabajo, más rentable para hombres y más absorbente tal vez, ya que dependía de la eficacia y el buen ritmo de los empresarios. Ahora las decisiones se toman fuera de las empresas y tardan más en llegar y poner el remate, pues hay que hacer difíciles acuerdos o vencer por puntos al que se resiste.

Menos horas en el puesto de trabajo supone que hay que hacer otra cosa y no todo el mundo tiene un hobby que puede practicar. Para el deporte hay que estar en forma y con el ánimo necesario y si no se tiene un buen sueldo o ninguno no se está para el esfuerzo físico ni el entrenamiento. Para la lectura hay que tener el hábito; ser lector empedernido indica un notable interés por la cultura. Correr, pasear por la naturaleza o el montañismo no se improvisan. Siempre se puede volver a empezar. Tener un castillo, muchos hijos y un mono (creo que es el título de una película) no estaría mal, pero no es fácil de conseguir. ¿Escribir? Esto me gusta a mí y a tantos que lo hacen como si de vivir se tratase. Es como tener una doble vida o prolongar la que se tiene, decía una amiga escritora. Es bueno para la salud, para la piel. No tenía ni una arruga esta amiga periodista con sentido del humor, sin el cual no se puede vivir ni escribir.

"Todos debemos ser feministas", dice un eslogan de la casa Dior de moda. "Todos debemos ser novelistas", quiero decir yo para ese ocio más de mujeres (y por la igualdad de trabajo y pecunio) y proponer un concurso de novela corta, quizá romántica, cuyo género está más en los hombres y las mujeres quizá escribieron menos. "Madame Bovary soy yo", se llamaría el concurso. Lanzo la idea sin pensar que sea la mejor. Al menos he escrito este artículo que confío me sea publicado, (como reza el título) en tiempos difíciles. Con ocio para algunos y sin tiempo para nada para otros. Hagamos bien lo que nos tocó en suerte.