La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Lo único

La errática posición del PSOE "oficial" en el espinoso asunto de la cooficialidad de la llingua asturiana

En vísperas del 1 de Mayo los sindicatos UGT, SOMA y CCOO abanderaron la cooficialidad como propuesta política después de que la FSA asumiera el compromiso de incorporarla a su programa electoral. De esta manera, sin estudio, sin debate y sin posibilidad de que sus respectivos afiliados se pronunciasen en una consulta (al menos, por el momento) sobre este asunto, el sindicalismo de clase y la socialdemocracia dieron carpetazo a toda la política lingüistica del último periodo democrático, propiciando una creciente división social entre los asturianos y una más que probable victoria histórica del centro derecha en los comicios del 2019.

Ni CCOO, ni la UGT ni el SOMA nos han explicado todavía por qué motivo han levantado esta bandera. Se dirá que es un derecho no reconocido y que ha llegado el momento de verlo consagrado en el estatuto de autonomía. Pero esa no es una respuesta convincente e introduce la discusión identitaria sobre lo que es ser asturiano por la vía del victimismo político. La prudencia nos invita a pensar que la unidad y la solidaridad de los trabajadores se conseguirá por otros caminos ya reconocidos por estos sindicatos y que la reivindicación del asturiano desvirtua la defensa de mejores salarios, la garantía de unas pensiones dignas, un marco más equitativo que regule el derecho a la negociación colectiva, una sanidad y una educación públicas universales y de calidad.

Por otra parte, la FSA incluyó la cooficialidad a partir de una resolución que no estaba incluida en los documentos politicos que se debatieron en su último congreso. Por escasos votos, aquella propuesta fue aprobada en una comisión que, elevada al pleno, fue asumida por la mesa del congreso sin ser sometida a ninguna votación. Así se hurtaba a los delegados del pleno la oportunidad de discutirla y, en su caso, rechazarla. Quiere uno decir que el procedimiento con el que la cooficialidad se instala en el argumentario político de la FSA ha sido muy precario y día tras día genera más alarmismo entre sus votantes. No creo que Adrián Barbón pueda llegar muy lejos enarbolando la bandera de la cooficialidad en los próximos comicios aunque todavía está a tiempo de parar ese tren, retirando esta propuesta o sometiéndola a consulta entre la militancia.

El adanismo político conduce a estos lugares. Cuando los dirigentes renuncian a la elaboración de propuestas políticas orientadas a mejorar la vida de sus ciudadanos, cualquier discurso suele estar escrito en clave interna o busca burda y desesperadamente abrir la brecha de los procesos identitarios. Me malicio que cuando no se tiene nada que decir, hablar de la cooficialidad es lo único que queda. Solo se otorga importancia política a aquello que es innecesario cuando uno se ha situado políticamente en la irrelevancia o camina a ciegas hacie ella.

La experiencia política es un grado y quienes han conocido el proceso de elaboración de la ley de promoción y uso del bable y de sus diferentes variantes dialecatales advirtieron desde el primer momento de que aquella ley era lo suficientemente moderna y equilibrada como para garantizar su habla sin provocar ninguna discriminación. Tan moderna y equilibrada que algunos representantes políticos afirmaron tiempo después que aquella norma superaba el marco competencial reconocido en el Estatuto, pero en cualquier caso resolvía de una manera ponderada el derecho a expresarse en bable y el derecho a la protección de todas sus variantes

Quienes defienden la cooficialidad tratan insistentemente y de forma falaz de desgrasarla de cualquier componente nacionalista. Afirman que la relación entre cooficialidad y nacionalismo es falsa. Sin embargo, reconocer el asturiano como lengua oficial del Estado significa, por exceso o por defecto, abrir un proceso de debate identitario, y siempre desde un victimismo que no puede conducirnos a otra meta que al cuestionamiento de nuestro modelo territorial y nuestro marco competencial estatutario. Cómo vamos a defender la obligatoriedad del asturiano en la enseñanza, cómo vamos a explicar la obligatoriedad de su uso dentro de la administración o su privilegio en el acceso funcionarial es algo que no nos han explicado todavía. Efectivamente, hablar de cooficialidad, independientemente de que se defienda una vía blanda o una vía dura, es hablar de la reforma del Estatuto de Autonomía. Y paradojas de la vida, dicha reforma no sólo se resuelve en la Junta General del Principado. Estos asuntos también se dirimen en el Congreso de los Diputados, donde el criterio de los representantes de la soberanía española puede ser otro. Si la FSA está dispuesta a despertar las viejas pasiones de la lengua, siempre latentes en cada discusión, debe asumir que también se despertará por primera vez en Asturias la bestia nacionalista con una dimensión política mayor a la que ha tenido nunca y exactamente igual a la que ya se ha despertado en Navarra, las Islas Baleares o Valencia. Y después qué...Después, polvo al polvo y cenizas a las cenizas. Entonces sí. La irrelevancia será lo único que quede.

Compartir el artículo

stats