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Sexo en La Providencia

Sobre las indecorosas prácticas en terrenos próximos a un campo de fútbol en el que juegan inocentes niños

Esta pasada semana fue noticia en nuestra hermosa pero no siempre casta villa marinera, los sucesos que de un tiempo a esta parte se vienen repitiendo en los alrededores del campo de fútbol Ángel Rey de La Providencia.

El tema es que mientras inocentes niños se dedican a la práctica del fútbol, a escasos metros, apenas disimulados por una maleza fruto de la dejadez de unos y otros, se congregan adultos para la práctica de ese otro gran "deporte nacional", en el que la mayoría nos creemos internacionales aunque a duras penas conseguimos entrar esporádicamente en alguna convocatoria.

Bromas aparte, el asunto debería ser al contrario tomado muy en serio por aquellos que deberían velar porque este tipo de conductas claramente indecorosas, tuviesen la inmediata y fulminante respuesta que merecen en forma de solución definitiva y no de apaño provisional, para que esos niños y sus padres nunca tuviesen que asistir los primeros perplejos y los segundos indignados, a escenas propias de un cutre cortometraje porno del más bajo presupuesto.

Para aquellos de ustedes que no lo supieran, el término providencia se refiere también a un género de bacterias que pueden llegar a causar infecciones urinarias. No considerándome en absoluto una persona que desee mal alguno al prójimo salvo cuando éste no lo tenga bien merecido, quiera la otra providencia, la divina, que a aquellos que no tienen reparo en dar rienda suelta a sus apreturas íntimas en público y con menores de por medio, sufran sobre sus esfínteres cual plaga de Egipto, tal infección bacteriana que lo último que desearan fuese tener que despojarse de sus vestiduras para realizar cualquier tipo de necesidad fisiológica.

Vamos a confiar en que no sea necesaria semejante intervención divina en La Providencia y que baste una simple decisión terrenal (provenga de quien provenga), para limpiar precisamente el terreno de rastrojos entre los cuales puedan campar a sus anchas todo tipo de suidos, haciendo honor al nombre de su especie más común.

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