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La ventana

Nadie llorará por él

Ante la decadencia del ferrocarril en el Occidente

Hace un mogollón de años que el entonces Jefe del Estado visitaba Luarca para proceder a la inauguración del último tramo de la línea de ferrocarril entre Gijón y Ferrol. Aquello fue un hecho histórico por la presencia del Caudillo en la Villa Blanca.

El trazado férreo se había diseñado con fines bélicos y, terminada la guerra, su relevancia perdía sentido. Una vez más, la inauguración, como tantas veces ocurre, llegaba tarde.

Contemplar en la actualidad el discurrir de estos trenes a lo largo de su itinerario resulta pintoresco, pero nada más. El número de viajeros que utiliza este medio de transporte es insignificante. Quedan para el recuerdo las miles de vivencias habidas en las miles de horas pasadas en el discurrir que conducía al ansiado destino. Hoy hablamos sin cesar de las maravillas del AVE y de su anhelada llegada a Asturias. Nuestros vecinos de León están ahora a dos horas de Madrid en tren, al tiempo que los de Vegadeo están a cuatro de Oviedo. La existencia de estas líneas, que se llamaban de FEVE, son desde todos los puntos de vista anacrónicas, inútiles y lesivas para el erario público.

Quienes nos gobiernan conocen estas realidades y es evidente que sobre la mesa está hallar una salida a esta situación. Los trenes turísticos son en estos momentos la única excusa que evita decidir su cancelación definitiva. Otra posibilidad sería potenciar el trazado, cosa que parece nadie tiene intención de hacer. A la vista está el fracaso de la comunicación con la fábrica de ENCE. El traslado de los productos de esta factoría hacia El Musel era sin duda un incremento significativo del tránsito.

Hace algunos años, un ministro, para más señas gallego, llegó a anunciar un AVE de vía estrecha para la cornisa cantábrica; un ejemplo evidente de que cualquiera puede alcanzar una cima ministerial y de la enajenación que se sufre al llegar a cargos para los que no se está capacitado. De aquellas elucubraciones fantasiosas se ha pasado a ser incapaces de concluir dos kilómetros en seis años de obras; una vez más, fracaso de nuestras instituciones y regocijo de las gallegas.

No estará lejano el día en que se retire todo el tendido de raíles y obtendremos una estupenda senda para disfrutar de placenteros paseos. Y será un paso más hacia atrás para el occidente asturiano.

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