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Meditaciones | desde Paraxes

Celsa Díaz

Daños

Estoy asqueada. La corrupción económica y política -pleonasmo- saca a la luz la escandalosa podredumbre del compadreo entre empresarios y un partido político que tiene la desfachatez de presentarse aún como la mejor opción de gobierno, pataleando como niño caprichoso o embistiendo como un jabalí herido porque no le dejan ganar imponiendo sus reglas. Ninguna muestra de arrepentimiento, ninguna asunción de culpas. Ya muy apurados, reconocer con la boca pequeña que son casos aislados. Y cuando la situación se vuelve insostenible, dimisiones a medias o por lo bajini. Y una única preocupación: "el enorme daño que hace al partido", cuando el más damnificado de su trama corrupta hemos sido el resto de ciudadanos, a los que con sus latrocinios han arrebatado la educación, la sanidad, la justicia, la vivienda y el trabajo. Ellos y su partido se pueden ir al carajo, que nadie derramará una sola lágrima.

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