Si a Alberto Garzón le bastaron dos minutos, a Fernández Villa le sobraron veintitrés años. El político de Unidad Popular dejó muy claro en tan escaso tiempo por qué, por simple coherencia, un partido de izquierda no podía apoyar el batiburrillo PSOE-Ciudadanos. Y por mucho que le pese a la vieja guardia de IU, que con tirria indisimulada convierte a Podemos en enemigo a batir mientras está a partir un piñón con lo que despectivamente denominan "socialiberalismo" del PSOE (A ver si nos aclaramos, señor Llamazares). Al sindicalista astur le parece que meter la mano en la caja común durante más de dos décadas mientras controlaba con mano de hierro la política de nuestro maltrecho Paraíso Natural -y en cuya desastrosa situación tiene mucha responsabilidad- debe ser pasto de un desmemoriado olvido. Dos minutos abrieron las puertas a la esperanza, veintitrés años dan un portazo en las narices a la confianza de los ciudadanos. La elección no es difícil.
