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Meditaciones | desde Paraxes

Celsa Díaz

Vanidades

Hace casi un lustro que los pilares de la vergüenza recorren la vega del Narcea. Era el verano de 2010 cuando bajo una carpa repleta de entregados palmeros, José Blanco -a la sazón, ministro de Fomento- anunciaba que así se quedaba la autovía del Occidente: a medias. En 2013, ya con el PP en el poder, el entonces jefe de Gabinete del "burbujeante" delegado de Gobierno, Alberto Mortera, se atrevía a decir que estas obras "son una prioridad para el Gobierno". ¡Toma ya! En enero de 2015, la consejera de Fomento de nuestro cada vez más maltrecho Paraíso Natural (gracias, en buena medida, a su bien demostrada ineptitud) reflexionaba sobre la conveniencia de llegar hasta Ponferrada o hasta Lisboa (jua, jua, jua). En 2016 un argayo se lleva por delante la única y peligrosa calzada entre Salas y La Espina. A pesar del evidente ahorro de costes en la fijación de laderas, nos costó 106 millones de eurazos. Ahora, todo es silencio. Perdemos los de siempre.

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