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La ventana

Jubilación de un comerciante

El cierre del negocio de Chomi

Transitar por la calle Párroco Camino de Luarca es un ejercicio de lo más habitual, tanto para los habitantes de la villa, como para los ocasionales visitantes. Es una de esas calles céntricas que cuenta con un buen número de locales comerciales, algunos de los cuales guardan entre sus paredes la esencia de la historia de esta localidad. Es el paso, casi obligado, de quienes se dirigen al Muelle y de aquellos que van o vienen a la iglesia parroquial.

A partir de ahora se va a echar mucho de menos, en esa calle, a Chomi. El bueno de Chomi va a disfrutar de la merecida jubilación. Su cordialidad, su saber estar no pasan inadvertidos. No es el primero ni será el último de esa estirpe selecta de emprendedores que mantuvieron su negocio sorteando un sinfín de avatares, a lo largo de muchos años. Más de cuarenta años estuvo Chomi al frente de su negocio, siempre con la decisiva compañía de su esposa. Todas las familias de Valdés fueron clientes en algún momento de Confecciones Chomi.

Además, y por ello es digno de este comentario, Chomi destacó siempre por su preocupación por todo lo que ocurría a su alrededor. Siempre acudía solícito a la llamada de cualquier vecino que reclamase su colaboración. Su pueblo y su municipio eran como una criatura que había que mimar y él sentía la obligación de hacerlo. También participó en política, pero, aunque él no diga, salió defraudado al sentirse atado y coartado en sus pretensiones. Muchos vecinos no lo sabrán, pero tuvo la dignidad tan poco corriente, de donar las dietas que por su cargo le asignaba el ayuntamiento.

Domingo adquirió sonoro notoriedad hace ya muchos años con un incidente que tuvo con el entonces ministro Ernest Lluch, mas tarde asesinado cobardemente por ETA. Sí, sí, en aquellos tiempos, los ministros visitaban el Occidente, cosa que hoy no ocurre. Un grupo de pacíficos ciudadanos interceptaron la comitiva ministerial, hoy un hecho así sería calificado por lo menos de radical. Aquellos ciudadanos mostraban su preocupación por el futuro de la sanidad en el occidente. El ministro en cuestión no dio mayor importancia a lo ocurrido, pero sí destacó, en manifestaciones posteriores, a un hombre con una mancha en la cara.

El hombre de la "mancha" era Chomi, ahí sigue y no es ningún quijote.

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