La última zafiedad protagonizada por un señor llamado Francisco, de profesión cantante, no es anécdota aislada. Al parecer, lleva un tiempo arremetiendo con la misma elegancia contra todo lo que huela a Compromís, con especial virulencia hacia Mónica Oltra. Es constatación de un tipo de pensamiento cavernario -nada escaso en nuestro país, por desgracia- el que sus invectivas hagan distingos dependiendo del género del insultado. Mientras que su desprecio por Joan Ribó, alcalde de Valencia -territorio del que se cree el más digno representante- alude a taras mentales e intelectuales, cuando arremete contra la vicepresidenta añade estigmas físicos y sexuales. Se queda sin concierto en Gijón, pero ha bordado el papel de su vida fuera de bambalinas: el patán especializado en hacer el ridículo a fuerza de soltar los mayores disparates. Modificando la letra de su más conocida canción ("mitad señor, mitad correcaminos"), abandona definitivamente su trasnochado señorío para hacer de correcaminos a tiempo completo.