A veces, por mucho sol y buen rollo que tenga el verano, parece que el invierno es una estación que quiere venir y quedarse. Así, a bocajarro y en pleno mes de julio. Los atentados de Niza dan escalofríos y miedo. Otra vez una matanza despiadada, otra vez el hombre matando al hombre sin sentido, sin razón, sin consuelo? Empezamos la semana viendo y leyendo en las redes sociales a educadores o supuestos educadores alegrándose de la muerte de un torero, que, profesiones aparte, no dejaba de ser un chaval de 29 años con toda la vida por delante. Y acabamos con una matanza que se intuye en nombre de religiones extremistas. No entiendo el amor a los toros ni al toreo, no me gustan las religiones, no me gustan esos dioses que crean y fomentan el odio a los demás. El mundo es de todos los hombres, incluso de los toreros. Al final lo más difícil es lidiar con el propio ser humano y... dioses aparte.