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Y si voy por el Carmen

Los encantos veraniegos de Tapia de Casariego y de sus fiestas

Yo quiero ser marinero

de un barco de velas blancas.

Tener la Virgen del Carmen

por patrona y capitana.

(Habanera)

Largo, larguísimo y duro el invierno, alumnado por todas partes, pero sobre manera música por todos los poros de la piel. Y cuando llega la primavera y las noches tornándose perezosas tardan en llegar, algo se presiente. La luz apunta al verano y con él, a la fiesta.

Cuando escribo esto quedan horas para el día del Carmen. Mejor dicho, para el día en honor a Nuestra Señora la Virgen del Carmen (éste, y no otro, debería ser siempre el título del cartel festivo). Manolo da Fonte, mi abuelo, gran devoto de la taberna, lo era tanto (que ya es decir), como de la Virgen del Carmelo. Con Ella se fue para siempre, precisamente, un 16 de julio. Después, y en herencia de tan gratísima devoción, mi madre, carmelita de altura, siempre me recordó su voluntad de que en su último y más largo viaje vestiría el hábito de la Virgen del Carmen. Así fue, claro. Infinitamente agradecido, recogí prseto el testigo y no me pierdo la novena en advocación de la Madona.

Nada une más a tapiegos y foráneos que el calendario de la Virgen de todos. Incluso a quienes, por razones respetables, permanecen todo el año al margen de creencias religiosas. Pero llegado el día, unos y otros desfilamos pequeños detrás de la grandeza de nuestra Señora. Más de cuatro siglos en su honor parecen pocos.

Y pisamos el mosaico de flores que durante miles de horas han urdido los tapiegos de corazón carmelita. Cantamos la Salve, que si "quien canta, ora dos veces", ¿cuántas quienes cantan y tocan la gaita y el tambor? Ahí estamos, arropando el manto blanco y reluciente, mientras las sirenas de los barcos y los palenques cantan una polifonía de estruendo y algazara.

"Salve, Estrella de los mares, / de los mares, iris de eterna ventura...".

Por el medio la coral tapiega y la banda gaitera nos abren los poros de la piel en el momento del alzamiento: "Asturias, patria querida ?". Sigo esperando con ilusión y tradición el himno nacional de España en el preciso momento litúrgico que acabo de describir, es decir, a la vieja usanza asturiana con más de un siglo de tradición. Mucho antes, por lo tanto, de que nuestro himno chico fuese declarado oficial para el Principado de Asturias y en cuyo oficial testimonio discográfico me cupo el gran honor de participar. Ambos himnos, como digo, deberían confraternizar en la misa del día de Nuestra Señora. Todo queda, pues, en el atril de la banda tapiega, excelente desde siempre en sus interpretaciones.

Y este año, además, las emociones nos gritaban, entre otras, ausencias gigantes. Esteban Nogueiro, tapiego pequeño de corazón enorme; Carolina Santamarina, que heredó de su padre el arte de la escenografía y el tapieguismo; Juanín "El del Mesón", chigrero de raza y filósofo de barra. Nos deja, no obstante, savia nueva que agradecemos. Gracias a los tres, de corazón.

Tampoco volverá a sonar la sirena del "Terín", que descansa agotado de tantos años de faena. Para todos cuantos tripularon y laboraron en sus entrañas de madera, nuestro más fraternal reconocimiento de admiración y abnegación al duro trabajo de la mar, ¡de la mar, sí! Impagable. Sobre todo para las no menos abnegadas mujeres del "Terín" y de los demás "terines" tapiegos, siempre a la espera del retorno y la costera. Siempre con el calor y el abrazo de par en par. Siempre a corazón abierto.

Y llegan los baños en El Murallón, con las "toñinas" microfónicas consiguientes: "prohibido no bañarse? temperatura del agua 23 grados?". Este año podría ser su último de ejercicio de coordinación socorrista en la playa. Todos echaremos de menos a Toño del Moderno.

Y en el Campo Grande ya no habrá "farolíos pra allumar", que tiempo ha se sustituyeron por megavatios y decibelios de escándalo. Pero además, y para mayor desatino, lo que fue, eso, un campo grande primero, un espacio ajardinado después y más tarde una enorme plaza peatonal, se acaba de convertir en un parking invasor. Un nuevo desacierto municipal.

No importa. A falta del Edén, habrá bailes a lo "agarrao", y no será necesario quedarse a "barrer la sala", que los barrenderos municipales lo harán por nosotros. Habrá también noches de guitarra y de bandurria, con habaneras y boleros: " Por el camino verde ?". Noches porteñas de Nordeste omnipresente, de rocíos y vendavales. Y todo por el mismo precio. Es Tapia, así la queremos y aquí te espero.

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