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Cronista de Teverga

Valle de Saliencia, el Olimpo de Asturias

La belleza de un rincón de Somiedo de excepcional paisaje y paisanaje

No habían podido elegir los dioses otro lugar para vivir y dirigir los destinos del mundo. Desde La Malva -que ya huele a flor- hasta el alto de La Farrapona por Veigas, Vil.larín, Arbechales, Éndriga y Saliencia, el valle es una simbiosis de los elementos más exquisitos de la naturaleza. No falta de nada: bosques, montañas, ríos, umbrías, pastizales, huertos, casas nobles, viviendas vecinales, albergues, etnografía los lagos culminando un paraíso, hombres, mujeres y en algún lugar escondidos las divinidades del Olimpo en grata convivencia con los mitos astures, salvo el Trasgu. que a ése no hay quien le ponga un cascabel.

El Valle de Saliencia en todas las estaciones. Ni Vivaldi en primavera supo poner los coloridos silvestres en su pentagrama; el verano es un gozo de brisa fresca entre el olor del heno, las arandaneras y las piruetas de vencejos y golondrinas, junto al vuelo patriarcal de la "zapiquera" (el alimoche), alguna cigüeña que llega de Las Babias vecinas y el mirlo de Servando Cano trinando sobre la rama de un fresno en Arbechales. Los lagos adquieren un azul donde se refleja el cielo en toda plenitud y en La Calabazosa la sirena canta en noches de luna la canción del olvido y la esperanza y en lo más profundo de las aguas el dragón de las siete cabezas guarda el tesoro de la reina mora. La sinfonía de las hojas en "seronda" (tiempo otoñal) son un cántico del alma cuando las acuna el viento en las ramas y cuando cantan en el sotobosque entre los helechos y los acebos. La nieve menuda y mansa cierra el ciclo con los pueblos y brañas en silencio, el oso arrullándose sobre las cameras, mientras en Los Bígaros y en Los Albos entona una balada el lobo cantor.

Oí hablar de Saliencia cuando era un niño. La tía Celesta había sido la maestra del pueblo y me traía leyendas, cuentos y el romance de Salomé tomado de una hazaña épica que tuvo lugar en los alrededores del pueblo cuando en una nevada (noviembre de 1943) varios lugareños dieron muerte a cuatro osos agarrotazo limpio: "Viva el pueblo de Saliencia/ con sus agrestes montañas/, cuando pobladas de nieve,/ los hombres alen de caza?". Recuerdo que la tía hacía el camino a lomos de cabalgadura desde Entrago hasta Saliencia por el valle de La Somoza y la collada de La Magdalena.

Años más tarde era mi padre quien nos contaba sus andanzas con el tío Higinio construyendo y restaurando casas por todo el valle. Con Tono el carpintero construyeron viviendas, repararon tejados y llevaron a cabo trabajos en noble equipo.

Un día de marzo de 1962 me dio por conocer las minas de hierro de Camayor y allí trabajé por espacio de varios meses para mostrarme a mi mismo -muy flojo aquel curso de bachiller- que me podía hacer un hombre entre la convivencia con los compañeros y el duro trabajo que años más tarde recogería en un poema: "?Pieles cobrizas arañadas por el hierro/ teñían de sangre las aguas del gran lago?".

Luego ya, convertido en "periodista rural" salieron artículos y reportajes sobre el valle y el resto del concejo. En mis numerosas visitas al pueblo creamos un colectivo vecinal con Fernando Nieto, Ricardo, Mino, Juan, para solicitar una carretera que diera salida a los cinco pueblos. Fueron tiempos duros luchando con la Diputación, Hidroeléctrica del Cantábrico y el IRYDA y más tarde la unión de Teverga y Somiedo por San Lorenzo; pero todo se logró.

Vendría, con el tiempo el momento de oro para el municipio al crearse el Parque Natural, la Reserva de la biosfera y el turismo rural que dio un vuelco a las formas ancestrales, con una nueva economía y el respeto a las costumbres y a la madre Naturaleza. Las premisas para aquellos sueños y deseos no fueron otras que números, palabras, reuniones, respeto, tolerancia y trabajo en equipo, a tener en cuenta en este mundo insolidario y del esfuerzo más pequeño. Me quedo, de aquellos años con los nombres de Adolfo, Pepa Plata, Vanesa, Emma, Aurelio, Roberto, Adriano, que lijaron el cobre hasta bruñirlo.

Tal vez con el revulsivo del año de Flórez Estrada y el resto de ilustrados haya que volver la vista atrás para saber dónde estamos, hacia dónde nos dirigimos y si las esperanzas de otrora se ven cumplidas. Con solo emular al "sabio" de "La vida es sueño" sería suficiente.

Días atrás Júpiter, en el carro de fuego de Elías repleto de dioses y diosas, mayores y menores (menos Berenice que se fue a poner rulos a su cabellera, Vulcano que se había quemado un dedo, Heros que bajó a Vil.larín a cortejar a una moza y el diablillo de Trasgu, que a ése no hay quien le ponga un cascabel-) salió de La Farrapona con destino a Río. Quieren estar presentes y participar en el desarrollo de unos juegos que llevan su nombre, abanderando el escudo de Somiedo. No quieren medallas. Sólo desean paz, convivencia y rescatar los valores más profundos del ser humano para entre todos hacer un mundo más justo y mejor.

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