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La ventana

Periodo baldío

Hace ya años que el PP viene gobernando en Coaña. Algo parecido ocurre en La Caridad, salvo que en este caso quien gobierna es el PSOE. Los populares rigen los destinos en Tapia y los socialistas lo hacen en Castropol. Así podríamos seguir recorriendo nuestros municipios y parecería que los dos grandes partidos se reparten en territorio como si se tratase de un pastel. Explicar el porqué en un concejo determinado sus habitantes se inclinan hacia la derecha, y sus vecinos más cercanos escogen a las izquierdas, no puede ser, en ningún caso, fácil.

Pensar en diferencias sociológicas o históricas en apenas unos kilómetros de distancia, no tiene ningún fundamento. Quienes opinan que sólo los que están en el partido que ellos admiran son las personas capaces, viven en un error continuado. Acaso los más acertados sean aquellos que no les importa lo más mínimo quien gobierna sus consistorios municipales, son esa población creciente que ni votan ni piensa votar. Lo que resulta evidente, y los hechos cotidianos así lo corroboran, es que no hay diferencias tangibles entre los gobiernos del PP y los del PSOE, salvo esas excepciones que confirman la regla.

Pronto se cumplirán dos años de las elecciones municipales y autonómicas. Un tiempo en el que nuestros concejos permanecen aletargados, sin proyectos que animen a una población desilusionada. La acción de los gobiernos locales se resume en distribuir, aquí o allá, el poco dinero del que disponen. El dinero es la excusa perfecta para negar una solicitud, el argumento para vanagloriarse del final de una promesa y es el favor que se espera de las administraciones superiores.

Al gobierno y al partido de Mariano Rajoy hay mucho que exigirle, tras un periodo demasiado largo de parálisis, y mucho que reprocharle, por las numerosas tropelías halladas en su entorno. Si cambiamos de acera tampoco las cosas están mejor. Sánchez se aferra a su sillón con todo ahínco, mientras sus correligionarios se dan codazos para no quedar fuera de la foto.

Suena esperpéntico oír día a día, y así llevamos un año, a tal líder anunciar, sin rubor, que un día venidero llamará por teléfono al líder de otro partido para tener una reunión, sin fecha y sin contenido. Con estas ejemplarizantes posturas no nos puede extrañar que los concejales de nuestro alrededor pasen el tiempo chupando banquillo, viéndolas venir.

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