Como en el Día de la Marmota, los acontecimientos se desarrollan en bucle. Tras dos proyectos tumbados y dos años sin dar señales de vida, Astur Gold vuelve a la carga en Tapia con la inestimable ayuda de empresarios y otros sectores interesados, firmando manifiestos en defensa de las bondades, limpieza y calidad de su nueva intentona. Conflicto servido. No parece transacción fiable una minería que abre y cierra instalaciones al albur de los precios (en Carlés, Salas, la explotación permaneció dos años cerrada debido a la inconveniencia del precio del oro), pero deja sus destrozos para siempre a costa de un mínimo mercadeo de puestos de trabajo. Y como en el Día de la Marmota, vuelvo a leer más de un año después que se va a poner en marcha un proyecto de reactivación del Suroccidente. Con menos palabrería y más acción quizás no tendríamos que volver continuamente al punto de partida.
