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Geólogo

¿Resucita la minería de plutón de Boal?

La riqueza del suelo del concejo y la necesidad de cuidar su extracción con técnicas poco agresivas

Boal vuelve a estar de actualidad, en esta ocasión al retornar las prospecciones de las riquezas que atesora su subsuelo. Buena parte del territorio concejil constituye un ámbito geológico peculiar dentro del contexto asturiano, ya que se caracteriza por un extenso afloramiento de materiales graníticos que definen una estructura denominada "plutón", que nada tiene que ver con el planeta enano.

Se trae esto a colación porque unas empresas leonesas, Sondeos y Perforaciones Industriales del Bierzo y Sondeos y Estudios Mineros, tienen previsto iniciar una campaña de sondeos mecánicos en los permisos que tienen asignados ("Penouta" y "Azucena"), con la esperanza de poder cubicar un volumen rentable de menas metálicas, incluyendo las auríferas ya beneficiadas en época romana. La noticia no es nueva, pues el permiso de investigación ya fue otorgado ahora hace tres años (BOPA n.º 233, de 7 de octubre de 2013).

¿Qué es lo que se busca? Muchos veteranos boaleses recuerdan que en la segunda mitad del siglo pasado se desarrolló un importante laboreo de wolframio en la vertiente meridional de la Sierra de Penouta, elemento químico íntimamente relacionado con las rocas ígneas.

Este componente, también conocido como tungsteno, es uno de los materiales que mejor aguantan el calor y tiene el punto de fusión más alto, además de ser durísimo, sólo le traspasa el diamante. Considerado de interés estratégico militar, figura en la lista de los productos más codiciados y se encuentra incluido en el listado de materias primas consideradas críticas por la Unión Europea.

La gran demanda que tuvo el metal por los contendientes de la Segunda Guerra Mundial, especialmente la Alemania nazi, desató por entonces una verdadera fiebre extractiva. El interés sobre el mismo se debe a que sus características son idóneas para la industria armamentista. En base a las propiedades mecánicas, sus aleaciones forman parte de muchas herramientas y piezas tanto para la automoción como para la industria tecnológica en general, pero el uso más popular es para fabricar los filamentos de las lámparas incandescentes.

El plutón de Boal, con una extensión de 14 kilómetros cuadrados, está compuesto por una roca llamada granodiorita (un tipo de roca plutónica parecida al granito). En el entorno de esta masa ígnea, y relacionado con el metamorfismo de contacto creado cuando se emplazó el magma fundido, aparecen unos cristales muy característicos de quiastolita (un silicato de aluminio) que suelen agruparse para formar una macla de cuatro individuos con morfología cruciforme (cruz de San Andrés); la tradición asocia a este mineral connotaciones esotéricas y curativas.

El wolframio aparece asociado a dos minerales de la clase de los wolframatos: scheelita (con calcio) y wolframita (con hierro y manganeso), que aquí encajan en unos 10 filones de orientación NE-SO, buzamiento subvertical y con espesores comprendidos entre 0,2 y 1,8 metros.

El aprovechamiento minero en el entorno de Boal se llevó a cabo, de forma intermitente, entre 1951 y 1983, consiguiendo su apogeo en los primeros años, en los que incluso se abrieron minados en parajes cercanos (Merou, Villar de San Pedro, Ouría, Prelo, Rozadas y Coba de Lebredo), con una recuperación global hasta 1963 -fecha en la que se interrumpen temporalmente las labores debido a la baja cotización del tungsteno- inferior al millar de toneladas de concentrados.

En su primera etapa (la de mayor auge laboral, ocupando a dos centenares de trabajadores) se encargó de la explotación la entidad "Minas de Penouta, S. A.", debiendo cesar su actividad subterránea en 1962 debido a la turbulencia del mercado internacional del metal.

En 1975 se reanudaron los trabajos con la constitución de Wolfastur, S. A., empresa inicialmente dedicada al relavado de las escombreras; se instaló una planta de separación magnética y electrostática, cuyos concentrados se exportaban a Inglaterra y Alemania. Los últimos intentos se realizaron en 1980 por "Minas de Río Tinto", pero caducaron en 1983 por un nuevo desplome de los precios.

Preocupa que no se controle al máximo el impacto ambiental y el riesgo de afección sobre el patrimonio cultural, de manera singular las necrópolis tumulares del período Neolítico que jalonan la Sierra de Penouta. Confiemos en que, de llevarse a efecto la presentida extracción subterránea, se apliquen técnicas propias de este siglo, respetuosas con el medio ambiente, y no las agresivas tan en boga en el pasado.

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