Vale, sí, lo reconozco. Yo, como la mayoría de ustedes, también he sido de esas que puse el grito en el cielo cuando me enteré de que Donald Trump había ganado las elecciones de Estados Unidos. Y me pregunté cómo puede ser que los mismos que hace cuatro años apostaron por Obama sean ahora los que convierten en presidente a semejante bestia parda. Pero al final en la vida no se puede vivir en plena convulsión, porque si no esto deja de merecer la pena. Entonces he decidido darle la vuelta a la cosa y pensar que, en realidad, los estadounidenses lo que han querido es darnos una verdadera lección revolucionaria y no han querido darle la Presidencia a una mujer, pero sí a un señor naranja. Quizá lo de Trump lleve un mensaje oculto, y es que es muchísimo más heavy hacer presidente a un color calabaza que a un negro o a una mujer, y ya si lleva el pelo oxigenado y lo han vaticinado los Simpson no te digo nada. ¿No es ésta la verdadera revolución?