La economía española va bien. Ya nos explicó el ministro de Economía, Luis de Guindos, que creceríamos en 2016 un tres por ciento del PIB, e incluso que podría llegar al tres y medio.

Pues nada, como eso está muy bien llegó el momento de disfrutar.

En plenas vacaciones, los datos de ocupación turística han sido magníficos, llegaron las rebajas de verano. El día 1 de julio arrancaron. Ni cortos ni perezosos, con el pantalón corto, camiseta y chancletas, inundamos los comercios para aprovecharnos de las magníficas oportunidades que nos ofrecieron.

Hay que reconocer que algunos casi sufrieron lipotimias probándose abrigos en plena canícula. Todo sea por una buena rebaja.

Si es que la bonanza se palpaba ya. Más gente en los hoteles, restaurantes... Lo normal. ¿Quién no necesita unas vacaciones?

El verano quedó atrás y el síndrome posvacacional hay que superarlo. Se anima al personal para que goce de su saneada economía. Pues nada, ahí tenemos Halloween. Un disfraz por aquí, una fiesta por allá. Y cuando nos dimos cuenta, la cartera se resintió un poco. No hay de qué preocuparse.

Muchos economistas, y medios de comunicación afectos al régimen, no dejan de informarnos de que crecemos más rápido que nuestros vecinos. ¡Si es que cuando nos ponemos...!

La Navidad se otea en los escaparates. Las calles de las ciudades se engalanan de vistosos juegos de luces. Va a ser todo un espectáculo pasear por ellas cuando se iluminen.

Oigan, perdón ¿pero eso gastará mucho? Bueno, un poco, pero son fechas para celebrar y disfrutar. ¡Es una vez al año! Además, vamos bien. Estamos creciendo a más de un tres por ciento. Ah, siendo así pues nada. Disculpen.

Calentando motores llegamos al Black Friday. Estoy seguro que más de uno celebró también el día de Acción de Gracias.

¿Alguien dejó de aprovechar semejante ganga? Imposible. Descuentos del 20, del 30 por ciento. ¡Cuántas alegrías ofreció ese día! Gracias por ello. Las cajas registradoras echaron humo. Cuando las cosas van bien se nota.

Llegados a estas alturas del año deleito la vista. No hay nada, pero nada de nada, como entrar en un gran centro comercial y empezar a ver estanterías repletas de delicias navideñas. Turrones de mil sabores, polvorones, mazapanes, panettones, peladillas, frutas escarchadas, tortas, yemas. ¡Qué rico todo!

Oigan, perdón, pero es que queda más de un mes para las fiestas navideñas. No importa, es una vez al año y hay que disfrutarlo. Bueno, siendo así disculpen.

En pocos días tendremos que ponernos las gafas de sol por la noche para andar por las calles. La música nos acompañará por las zonas comerciales, y no solo villancicos, también clásica. Es una preparación para el concierto de Año Nuevo desde Viena. Está todo calculado.

El espíritu navideño nos invade mes y medio antes. ¡Qué bonito! Estamos contentos. ¡Hay tantas cosas que comprar! ¡Está todo tan iluminado! La paga extra está a la vuelta de la esquina. ¿Se puede desear más?

Aunque vamos bien no debemos dejar de tentar a la suerte. Compramos lotería. Mucha. ¿Y si toca? Seguimos comprando. Los anuncios loteros cada año son más tiernos, tanto que todos mojamos el ojo. ¡Qué bonito!

Y llegan las cenas de empresa, de amigos? Comemos y bebemos. Bebemos y comemos. No importa. Cenas a treinta -mínimo-, treinta y cinco euros. No una, varias. Paga extra cerca, muy cerca.

Hacemos acopio de viandas. Todo indica que una desgracia se avecina. Compramos comida, como para dos meses. Los precios se encarecen un poco. No importa. Es una vez al año. Cena de Nochebuena, comida de Navidad. Restos para quince días y los sobrantes a la basura.

El Gobierno nos dice que hay que continuar por este camino. La economía mejora a un ritmo envidiable. Volvemos a ser ejemplo para el mundo.

Eso sí, no podemos olvidarnos de Papá Noel.

Y despedimos el año. Cena de gala. En casa o en restaurante. ¡Será por dinero! Ese día el precio de las copas no importa. El año solo se despide una vez y el que viene? pues ya veremos.

Estamos embalados y llegamos a Reyes. Por favor, qué dolores de cabeza. ¿Qué regalo a fulanito? ¿Y a menganita? Es un sinvivir.

Recordamos haber cobrado una paga extra. Llegó con gusto y se fue con placer.

Aún quedan fuerzas para reponernos: las rebajas de enero. Por favor, no dejan de pensar en nosotros. Saben cómo hacernos felices. Lo intentan y lo consiguen.

Podemos estar tranquilos. Llegarán los carnavales, la Semana Santa, empezaremos a pensar los destinos de vacaciones.

Tenían que habernos avisado antes de que España iba bien. Lo que nos hemos perdido en los últimos años.

Señores del Gobierno, no se preocupen, que no les voy a recordar los 3.764.982 parados, según el Servicio Público de Empleo en octubre. No se me ocurrirá mencionarles que el Salario Mínimo interprofesional está en 655 euros al mes. No les mentaré que la deuda pública en España, en el tercer trimestre, ascendía a 1.104.936 millones. Menos aún, estamos casi en Navidad, les voy a traer a colación que el Fondo de Reserva de la Seguridad Social tiene fecha de defunción. Tranquilos, no se me ofendan, la pusieron ustedes, señores del Gobierno: diciembre de 2017. Ni hablar de desahucios, pobreza energética o hambre infantil. ¡Me niego! ¡La economía española va bien y se acabó!

¡Venga! que el espíritu navideño nos colme. Por cierto ¿qué cosa es esa?

¡Felices Navidades!