Hablamos de una infraestructura que nació hace ya tantos años que resulta difícil recordar la fecha en la que se produjo el anuncio, que como es costumbre se hizo con toda solemnidad. Tuvo sus contratiempos, lo que origina siempre demoras en los plazos e incrementos en el presupuesto primogénito, todo lo cual es muy normal en cualquier obra pública que se precie. En la actualidad se desconoce cuándo se podrá dar por concluida la obra, si es que eso se producirá en algún momento.

No, no. No nos referimos a la Variante de Pajares, sino a la variante que pretendía conectar la papelera de Navia con la línea de Feve que transcurre a escasos 2 kilómetros de la factoría de celulosa. Para tal menester, hace ya un par de lustros, se selló un acuerdo a tres, entre Ence, el Principado y Feve, ejerciendo de padrino de la ceremonia el alcalde Navia y también presidente de la FAC.

Todo el mundo sabe que la papelera genera un considerable movimiento de mercancías, tanto de materia prima como una vez manufacturado el producto. La empresa veía con buenos ojos acercar sus productos al Musel usando el ferrocarril. El Principado, entonces presidido por el hoy senador Tini Areces, que había impulsado las faraónicas obras del Musel y de Zalia, daba un pequeño impulso a estas obras que no rentabilizaban ni un mínimo de la inversión efectuada. Todo muy normal.

Perjudicados se ven un número de camioneros que perderían carga de trabajo, pero con el mismo argumento aun hoy estaríamos viajando en diligencias. Entre tanto la vecina comunidad hace lo posible para atraer más movimiento al puerto de Ribadeo.

Lo último que hemos oído al respecto ha sido a un dirigente político, de las filas de un partido de nueva generación, que ha pedido a pie de obra que no se invierta ni un euro más y que se dejen los trabajos tal como están. Parece disparatado invertir millones en obras que nunca se concluyen, aunque de esa madera hay muchas gaitas tocando en toda Asturias. Este tipo de declaraciones, difíciles de entender, contrastan con la postura de otros partidos con poder de decisión, donde solo reina el silencio. Pensando mal se puede deducir que a menos actividad, menos resistencia popular habrá cuando se decida precintar esta línea férrea que parece ser el destino final.