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Bibliotecaria

Los 95 años de la biblioteca de Castropol

Casi un siglo facilitando cultura y lectura

El pasado 2 de marzo se cumplieron 95 años del inicio de una experiencia pionera en el panorama bibliotecario español llevada a cabo por un grupo de jóvenes castropolenses que creyeron firmemente que la creación de una biblioteca era el instrumento clave e indispensable para proporcionar cultura e instrucción a una población que en su mayoría tenía grandes dificultades para acceder a ella. El 2 de marzo de 1922 abre sus puertas la Biblioteca Popular Circulante de Castropol. Previamente, el 20 de octubre de 1921, y utilizando uno de los órganos difusores de cultura de la zona, el decenario Castropol, se publica el manifiesto "Por nuestra cultura" en el que dejan claro sus fines: "fomentar la propagación de la cultura".

Comenzaba una apasionante historia de difusión cultural que casi ininterrumpidamente se ha mantenido hasta nuestros días. La creación de las sucursales en distintas parroquias del concejo (Figueras, Barres, Seares, Balmonte, Tol y Piñera) y en los concejos limítrofes de Vegadeo (Paleiras y Vinjoy), El Franco (La caridad) y Tapia (La Veguina), supondrá un hito en la historia bibliotecaria española. Junto con bibliotecas catalanas, la de Castropol es pionera en organizar todo un sistema que llevará el libro, la lectura y actividades de diversa índole a numerosos lugares del concejo.

La actividad de la biblioteca se va a ir incrementando y hace que la BPCC sea reconocida y apreciada tanto en el ámbito estatal como internacional. Durante el II Congreso Internacional de Bibliotecas y Bibliografía celebrado en Madrid y Barcelona en el mes de mayo de 1935, Vicente Loriente Cancio ejerció como vicesecretario general del congreso y secretario de la sección dedicada a las bibliotecas populares en representación de la Red de Bibliotecas de Castropol. En este congreso y con una ponencia titulada "Bibliotecas Populares y Redes de bibliotecas en España", María Moliner, de cuyo Diccionario se cumple este mes 50 años de su edición y del que conservamos en la biblioteca un ejemplar dedicado a ella por la autora, destaca que la ejemplaridad de la Red de Bibliotecas de Castropol "está en la desproporción enorme entre sus medios y su obra, que demuestra lo que pueden conseguir el entusiasmo y la iniciativa particulares cuando no son producto de un snobismo expuesto a todas la desilusiones, sino de aspiraciones colectivas que encuentran, por su suerte, a los hombres que saben concretarlas y realizarlas".

El 4 de octubre de 1945 y tras un período difícil tras la guerra civil, la biblioteca reabre sus puertas con el nombre de Biblioteca Municipal Menéndez Pelayo. Tras la muerte de Loriente, un grupo de vecinos intenta de una manera loable mantener la actividad de la biblioteca y en 1990 el Centro de Coordinación de Bibliotecas del Principado de Asturias, junto con el programa Cultural-Campo y el Ayuntamiento de Castropol, deciden reorganizar y catalogar todo el fondo bibliográfico que languidecía en las estanterías.

Una nueva etapa de la histórica biblioteca de Castropol se pone en marcha, nueva etapa con un claro compromiso de rescatar y retomar el ejemplo y el espíritu de la antigua Biblioteca Popular Circulante y fijando dos pilares básicos sobre los que trabajar: CALIDAD E INNOVACIÓN. En 2008, y precisamente con estos parámetros, la biblioteca recibe el III Premio Nacional SEDIC a la Calidad e Innovación en Bibliotecas Rurales. El jurado tuvo en cuenta la capacidad de la biblioteca para ofrecer a su entorno actividades y propuestas "de gran calidad". En 2014 la Fundación Biblioteca Social concede el Accésit del I Premio Biblioteca y Compromiso Social a la biblioteca de Castropol por tratarse de "un proyecto muy enraizado socialmente y con continuidad, que se desenvuelve en un medio rural y disperso".

La biblioteca presenta hoy en día en nuestro concejo una identidad múltiple: es un centro donde se preserva y se difunde el patrimonio documental local y la memoria colectiva; es una herramienta cultural, pedagógica y social que con sus actividades y programas garantiza el acceso a la información en plenas condiciones de igualdad; es un centro de intermediación e instrucción que no se limita a ofertar recursos sino que facilita el uso y manejo de los mismos; es un lugar de encuentro, de descubrimiento, de acogida, donde nadie es rechazado; es un espacio integrado y enraizado en su entorno y a la que, creo, éste necesita profundamente. Esta necesidad obliga a la biblioteca a detectar los cambios que se producen a su alrededor, a solucionar las nuevas demandas, a dar cabida a nuevos recursos, a nuevas formas de información, a atender a nuevos tipos de usuarios, con nuevas necesidades y nuevos planteamientos.

Las tecnologías y los servicios virtuales cobran cada vez más fuerza y abren también, cada vez más, grandes diferencias entre las comunidades que acceden a su uso y las que no. En este escenario, la Biblioteca Pública tiene un papel importantísimo que desempeñar, ofertar el acceso a estas nuevas fuentes de información y orientar y mediar en el uso y manejo de las mismas, y valerse de ellas para contribuir a que los habitantes de las zonas rurales estén conectados con el mundo. Todo un amplio abanico de propuestas y posibilidades que convierten a la biblioteca en un activo centro generador de cultura y como los pioneros de la Biblioteca Popular Circulante querían: propagador de cultura.

En estos 95 años de historia ha pasado mucha vida, muchos proyectos y actividades y muchas personas que se han comprometido con la propagación de la cultura como un medio para acabar con las desigualdades. Y han sido también muchos los lectores que han encontrado en la biblioteca un lugar donde quedarse. En palabras del escritor y pedagogo Luis Álvarez Santullano, "evidentemente no puede existir una biblioteca sin libros; pero más evidente aún, no merece aquel nombre si no tiene lectores".

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