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La ventana

Es la hora

Hubo un tiempo, no tan lejano, en que la supremacía de los partidos políticos mayoritarios la disputaban en Asturias Álvarez Cascos, por el PP, y Suárez Pertierra, por el PSOE, ambos con enraizados vínculos en el occidente asturiano. Ambos manejaron carteras ministeriales cuando nuestra comunidad, y por añadidura el Occidente, tenía peso e influencia en el ámbito nacional.

Poco a poco, y sin que aún se haya puesto remedio a ello, seguimos una senda descendente que nos hace ser los primeros en la mayoría de indicadores negativos. Al Occidente se le va agotando la respiración, por causas económicas, sociológicas y políticas. Tenemos la desgracia de contar con una clase política paradigma de los casos más desastrosos.

La actualidad política del momento gira en torno al PSOE, ahora mismo a nivel nacional y pronto a los niveles más próximos. Que Pedro Sánchez, en su día desalojado, haya regresado de forma limpia y salvando obstáculos que provenían de todos los frentes puede suponer un cambio radical en la izquierda española y también en la asturiana.

Para que se consolide un renovado proyecto socialista se precisa un cambio de caras, dar paso a nuevos valores, que los hay, y desprenderse de los legendarios de la chaqueta de pana. Han de hacerse a un lado los Areces y Trevín, y todos cuantos han compartido mesa y despacho con los Villa y Riopedre. En el Occidente casi la totalidad de quienes ostentan un cargo público han permanecido silenciosos en el proceso de primarias hasta ver por qué punto salía en sol. Está más que demostrado que en el socialismo se verifica, como en ningún otro sitio, las teorías del evolucionismo. El personal se muta de una postura a otra con absoluto descaro, siempre al abrigo de árbol que sobresale.

En el Occidente, tras la singular elección del secretario general, se ha descubierto un prometedor valor en la persona de Oscar Pérez, un joven que tuvo el arrojo de apostar sin reparos por la opción que se presumía perdedora. Personas como Oscar Pérez tienen el cuajo suficiente para asumir cualquier responsabilidad.

Aunque se piense lo contrario el PSOE puede recuperar su identidad. O puede seguir la senda de otros partidos hermanos en Europa en plena decadencia. Pronto sabremos si se cambia de protagonistas y al paso también se cambia de doctrina y de praxis.

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