Con la hoguera de San Juan andamos todos cargados de ilusiones, pensando que podemos quemar aquello que nos sobra del año pasado. Unos somos creídos y otros descreídos, pero al final esto es como en el amor, a nadie le gusta quedarse solo en esta vida, por muy de hippie que a uno le guste dárselas en esta vida. Ayer un amigo me confesó que él, que era un alma libre, acaba de enamorarse otra vez, ya de mayor. Miren ustedes a María Teresa Campos que tuvo que comerse con patatas la promo de su libro de "Amar, ¿para qué", porque le pilló justo cuando se quedó prendida de los bigotes de un tal Edmundo Arrocet . Nos quemamos con cosas estúpidas, y la vida es tan sencilla. Quererse, encontrarse, ser feliz, depende de poco más de eso. De compartir una hoguera de San Juan.
