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Psicóloga y logopeda

El relato gélido de la infancia de Hitler

El bloqueo afectivo

En el primer capítulo de su autobiografía, "En el hogar paterno", Hitler tiene la forma propia de "la nota de sociedad", en la Gaceta del Casino provinciano. A este periodo de la vida se le presupone ser el de mayor calado psíquico-afectivo. En cambio, es un relato gélido, sin alma. Este tratamiento de asepsia farmacopea deja ver la huella mnémica de un pasado cuando menos sombrío. Ninguna referencia a juegos y risas, anécdotas entrañables, y expectativas compartidas con sus padres. Efectivamente, las líneas dedicadas a este período de su vida ponen de manifiesto el bloqueo afectivo. La ausencia de referencias a vivencias, intereses y preocupaciones familiares no es por un exacerbado pudor o celo en el cuidado de lo íntimo y personal, sino propio de quien carece de vínculos afectivos o vida familiar al calor del fogón.

En la primera etapa de la vida, el niño siente la necesidad de ser uno más no sólo con los dos padres, sino en el conjunto de los linajes familiares de éstos. Por lo conocido, Hitler no encuentra respuesta a esta necesidad afectiva de niño, de sentirse pertenecer a un clan familiar. Esta deuda pendiente es sublimada, mediante identificación racial con el pueblo alemán y austriaco. Por su experiencia personal, semejante, se podría decir, al "drama de hijo investido muerto" del niño abandonado, el joven Hitler adopta inconscientemente una "familia interior". En razón de esta ausencia de lazos afectivos al calor del fogón, el niño Adolf forja sus "primeros ideales" y elige su "gran familia": "la camaradería que mantenía con muchachos robustos? Me había hecho un pequeño caudillo? pronto me convertí en un fanático nacionalista" ("Mi lucha").

Se ha dicho que la existencia sincera es la que tiene lugar entre "un yo y un tú", relación basada en el reconocimiento de la identidad personal. En cambio, el deseo de pertenencia a "un nosotros", sea pueblo, clase social, casta o raza, conlleva la identificación con algo ajeno al propio individuo, cuya identidad personal queda desdibujada en "el-uno-todo", del que es miembro. En este estado de alienación, la aprehensión de la realidad humana se entiende como una relación de fuerza "nosotros-frente-contra-vosotros", donde el "vosotros" es reconocido como un "uno-todo" de individuos de identidad desdibujada. El individuo alienado, por identificación con un "nosotros", sólo entiende la realidad humana como relación antagónica "nosotros-frente-contra-vosotros", sólo resoluble mediante la destrucción de sus antagónicos: "el veneno -se lee en "Mi lucha"- de las razas extrañas carcomía el organismo de nuestra nacionalidad? había llegado a la convicción de que la seguridad del germanismo suponía la destrucción del enemigo del germanismo".

En esta aprehensión de la realidad, el joven Adolf no tarda en identificar a su enemigo: "Me hallaba en la época de la más honda transformación ideológica de mi vida? debí convertirme en antisemita fanático". Así, en el capítulo "Las experiencias de mi vida en Viena", Hitler proyecta los cuatro fantasmas que habían perseguido a su padre Alois Hitler a lo largo de su vida: el origen de clase social, el ser hijo ilegítimo, el haber sido abandonado por su madre a la edad de cinco años (drama del "hijo investido muerto"), y la sangre judía. El joven Adolf interioriza el odio del padre por sus orígenes, muy especialmente, por su "sangre judía" y condición social; odiando, cree lavar la mancha racial en su padre. Es así cómo, en su inconsciente, Adolf resuelve el conflicto de amor-odio con el padre, culpando de su infausta relación paterno-filial al pueblo judío, "el pervertidor de nuestro pueblo (alemán)".

Curiosamente, el antisemitismo de Hitler es más radical si cabe que el de la intelectualidad de la izquierda alemana, la de Bruno Brauer, que ve en la religión judía la causa del mal social. No, Hitler señala el hecho mismo de la raza judía en cuanto tal raza: "?no se trataba de elementos alemanes de una creencia religiosa, sino de un pueblo diferente en si? se trataba de un movimiento con vocación de imponer el carácter racial del judaísmo (el sionismo)".

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