Es cierto que el tiempo nos hace propios. Y en este caso que nos ocupa, hablamos de Romanceros y el año 1910. Acompañemos en este año a Don Ramón Menéndez Pidal, filólogo, historiador, folclorista... De padres asturianos, pasó sus años de infancia y estudio en tierras asturianas y en otras de una España entontecida con tanta pérdida de dominios y peleas internas, hasta convertirse en un erudito de la generación del 98.

En verano de aquel 1910, Don Ramón comienza su viaje dialectológico con el firme propósito de recoger los Romances que formaban parte de la tradición cultural de las gentes reservadas y desconfiadas por aquellos lares. Es en San Miguel, en tierras de Laciana, donde nuestro ilustre amigo, a lomos de una mula, comienza su tránsito dirección a Cerredo, tal y como se recogen en sus anotaciones de viaje:

"En Villablino me esperaban Pepe Gancedo y Faustino Ribas. Viven en San Miguel, a un cuarto de hora de Villablino, con Constantino Gancedo, en la casa de ellos, orilla de la carretera. Sobre ella, en un alto pintoresco, está la casona de don Tomás Rodríguez, que me convidó a comer (...)".

Después de recoger en Laciana seis versiones de Romanceros, dejó encomendada a la familia Gancedo la copia de otras dos, recogidos en el Romancero general de León (1991 y 1995), y continuó su singular viaje a la frontera del Suroccidente asturiano:

"Me despidieron hasta Degaña, primer puerto asturiano bajando el puerto de Cerredo, Constantino Gancedo, el médico don Olimpio Quirós, don Marcelino Rubio, dueño de la fábrica mantequera de Villager y demás de Laciana, y don Fernando Alvarado".

"Los expedicionarios comimos en Cerredo, convidando al cura, poeta en vaqueiro, viejo dicharachero. Me acompañaron a Degaña y allí me dejaron abandonado a mi suerte".

Es en este pueblo, Cerredo, perdido entre riscos y con futura alma minera, donde Don Ramón Menéndez Pidal recoge el primero de los romances asturianos de su viaje dialectológico: una versión de "El caballero burlado" encabezada por "La Infantina"; romance común en tradiciones arraigadas de muchas poblaciones de España con sus diferentes variaciones. Una historia con esencia pastoril, donde un ilustre caballero cazador es burlado por una bella y joven infanta al lado de una fuente fría, que mana agua nacida de neveros de pureza cristalina. La bella infanta burla a nuestro caballero diciendo a este que es "malata", denominación con dos acepciones: por un lado leproso y por otro gafe o persona que ocasiona males y mala suerte. Por este motivo, y por miedo a perder su montura, nuestro galán deja su conquista, no sin que antes la infantina le desvele el engaño del que ha sido objeto y lo que se ha perdido por no ser más cauto y vivaz.

Muchas cosas han cambiado en Laciana y Cerredo, pero no deja de sorprender gratamente este viaje. En aquel tiempo, a lomos de una mula, tan ilustre personaje perdido en estos bellos valles e interesándose por nuestra habla y tradiciones. A buen seguro la comida con el cura de Cerredo dio para mucho, tanto como para que en sus libros aparezca ese primer Romancero "El caballero burlado", recogido en Asturias y fechado el 31 de julio de 1910 en Cerredo (Cangas de Tineo-Oviedo). Todo un honor para nuestra tierra.