Comenzó ayer el tercer (y habrá que ver si definitivo) acto de la conocida comedia teatral "El mataderu", protagonizada por un elenco sin par: los dirigentes de la mancomunidad de concejos del oriente de Asturias y el empresario que se las sabe todas. Tal parece que el enredo sea obra de Madeleine de Scudéry, porque no tiene fin. Tanto así que, salvo el del que algunos consideran el malo de la película y otros el mocín (el empresario), todos los ejecutantes de los demás papeles han tenido que ser sustituidos en dos y hasta en tres ocasiones. El caso es que los guionistas del culebrón sólo aciertan a dar vueltas y más vueltas, porque el argumento está justo en el mismo punto que hace más de un lustro, cuando los políticos de la mancomunidad juraron por sus sillones que echarían al malvado patrón de sus dominios. Pero allí sigue el perverso amo, en su bastión, con la ballesta armada, resistiendo el asedio.
